Columna de Alejandro Kusanovic: Liberar el cabotaje y sus consecuencias

FOTO: SÓCRATES ORELLANA / AGENCIA UNO


Hace muchos años que se viene hablando de liberar el cabotaje en Chile, sin embargo, la mayoría no sabe de qué se trata y mucho menos las serias implicancias que tendría en nuestro país su liberación, tal como hoy lo está proponiendo el gobierno en la discusión parlamentaria. En términos generales, el cabotaje consiste en el transporte de carga o de pasajeros entre dos puntos del territorio nacional, ya sea por vía terrestre, marítima o aérea. Por su lado, la ley de Fomento a la Marina Mercante (D.L. 3059 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones) establece en su artículo 3º que el cabotaje consiste en el “transporte marítimo, fluvial o lacustre de pasajeros, cuyo origen y destino sean puntos del territorio nacional y entre estos y artefactos navales instalados en el mar territorial o en la zona económica exclusiva”. Como cualquier actividad económica que se realiza en territorio nacional, tiene el deber de cumplir con todas las leyes de la República de Chile en su desarrollo. Es decir, estamos frente a una verdadera industria nacional, tal como la minería, la construcción, el comercio, etc.

¿Qué significa liberar el cabotaje y cuales son sus efectos? Teniendo presente lo anterior, liberar el cabotaje implica que naves con bandera de otros países realicen la actividad económica del transporte de carga y de pasajeros entre los puertos del territorio nacional sin someterse a las leyes del Estado de Chile, sino que a las leyes del país de la bandera que portan. Ello ocasiona, en la práctica, una clara competencia desleal con la industria nacional, ya que se utiliza la bandera del país con las normas que resulten más convenientes, con menores costos de operación y sin siquiera tributar en Chile. La situación se torna todavía más grave si consideramos que las 8 banderas de conveniencia que dominan el tráfico marítimo concentran el 74% de la capacidad de transporte global. Es como si una empresa de camiones argentina realizara transporte de carga en Chile con las leyes trasandinas, o bien, que una empresa de construcción china viniera a construir casas y edificios a nuestro suelo con sus normativas tributarias, laborales o urbanísticas. Al no contar todos con las mismas reglas del juego se vulnera la libre competencia lo cual, como es bien sabido, perjudica a los consumidores.

Las naves de carga y pasajeros con banderas extranjeras representan un caso de globalización extrema. Son grandes los incentivos para desplazase por el mundo utilizando las leyes tributarias y laborales más favorables, recurriendo a las denominadas “banderas de conveniencia” (FOCs, Flags Of Convenience). Operando con banderas de Panamá, Liberia, Bahamas, entre otras, donde las exigencias son prácticamente inexistentes, estas naves se abastecen de insumos de exportación libres de impuestos en los puertos chilenos. Y tratándose de las naves de pasajeros, en las últimas décadas han variado su estrategia comercial, promocionando el barco como un atractivo autónomo, en desmedro de los puertos y muelles en donde recala. En otras palabras, los cruceros son “destinos” por sí mismos, incorporando desde casinos hasta centros comerciales, pese a que realizan actividades económicas en el país dirigiéndose a puntos de atracción turísticos como ventisqueros, fiordos y canales. Tómese por ejemplo el Caribe, donde estas naves han generado una baja de las ventas de hoteles en los últimos años y se ha detectado que cada vez permanecen menos tiempo en los puertos y más en el mar o en islas privadas de las mismas compañías navieras. En resumen, estamos frente a una inusual y desencadenada forma de globalización, cuya principal característica es la desvinculación de las relaciones sociales respecto de su contexto local, a lo que los expertos han llamado “des-espacialización” y “desterritorialización”.

Otro aspecto a considerar es la propiedad de la empresa naviera. Por motivos de seguridad y de reserva naval, a nivel comparado se suele exigir un porcentaje de propiedad nacional sobre aquella, que en el caso de Chile es de por lo menos un 51%. En Estados Unidos incluso llega al 100% y se requiere que las naves sean construidas allí.

La liberación del cabotaje no solo destruye la industria del transporte marítimo con una evidente competencia desleal, sino que también a la industria del transporte en general y al turismo. La marina mercante nacional y regional son un pilar fundamental del desarrollo de la conectividad y del comercio en las regiones australes, por lo que fomentar su desarrollo debería ser una política de Estado prioritaria. Deben ser revisadas las normas existentes, creando una bandera chilena altamente competitiva y moderna, permitiendo de esta manera que las empresas chilenas dejen de usar banderas de otros países en las naves para viajar al extranjero. Así haremos realidad la letra de nuestro himno nacional, cuando dice: “y ese mar que tranquilo te baña (…) te promete un futuro esplendor”.

Por Alejandro Kusanovic Glusevic, senador de Magallanes y Antártica Chilena

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.