Columna de Camilo Feres: Las dos Marcelas

Archivo de Marcela Cubillos
Santiago, 28 de febrero 2020 Ex Ministra de Educacion, Marcela Cubillos se refiere a la prensa tras su renuncia al cargo. Jonnathan Oyarzun/AtonChile

Marcela no quiere diferenciarse de su tocaya, quiere diferenciarse de Evelyn Matthei y quiere también -en la misma jugada- disputarle a José Antonio Kast la representación del discurso, los temores, los juicios y prejuicios del votante duro de la derecha.



¿Por qué un peso pesado de la oposición, que pudo convertirse en candidata de la comuna más deseada de su sector con un simple chasquido de dedos; que no tiene competidores para una torta de votos que oscila entre un 60 y un 80% estable para la derecha, decide centrar su campaña en un adversario notoriamente más débil y al que probablemente subsidiará en cobertura y conocimiento?

La respuesta es simple e intuitiva: para Marcela Cubillos (la de derecha) ganar la batalla de Las Condes es condición necesaria, mas no suficiente, en un diseño que aspira a convertirla en la líder del neoconservadurismo local. Un diseño que ha seguido la ruta lógica de los intelectuales orgánicos del sector: columnas en El Mercurio; un discurso de permanente diferenciación con lo que se da en llamar “derecha light” y -por cierto- la toma de control del principal bastión territorial de la derecha tradicional: el pueblito que se llama Las Condes.

La campaña de Marcela Cubillos Sigall contra Marcela Cubillos Hevia trasgrede un sinnúmero de reglas de la comunicación política. Con mayor conocimiento y con infinidad de recursos para su campaña, la primera ha decidido llevar a la segunda de polizonte en su despliegue, convirtiendo un mero alcance de nombres en algo así como la pelea del siglo.

Y es que Marcela no quiere diferenciarse de su tocaya, quiere diferenciarse de Evelyn Matthei y quiere también -en la misma jugada- disputarle a José Antonio Kast la representación del discurso, los temores, los juicios y prejuicios del votante duro de la derecha.

Lo importante para Cubillos y sus estrategas no es evitar la confusión de nombres sino hacer una campaña con el slogan: la izquierda del estallido y la convención constituyente te está engañando y Marcela (la original) está aquí para combatirlos. Y es importante decirlo ahí, en la comuna en la que viven; trabajan; opinan; estudian y/o transitan la mayoría de los votantes de esa tribu.

En el despliegue de Marcela Cubillos todo es presidencial. Su storytelling es el de la última esperanza blanca de la derecha genuina. De ahí que elija un enmarcado comunicacional como el estallido para disputar una carrera corrida en una comuna acomodada. Su primer mensaje de campaña no es de gestión; no es sobre seguridad en la comuna; ni es sobre mejorar los servicios. Su mensaje es el de una guerra cultural contra el octubrismo, que tal vez no sea la preocupación más sentida entre los vecinos de Las Condes, pero seguro si es la más importante entre los columnistas conservadores.

Pero tal vez sea precisamente ahí, en la hiperracionalización de la estrategia desplegada donde habite su mayor riesgo. Los experimentados gestores de campañas políticas suelen advertir que quién hace campaña pensando en la segunda vuelta corre el riesgo de perder la primera.

Es claro que Cubillos no quiere sólo ganar Las Condes, sino abrir un espacio entre Matthei y Kast perfilándose como una tercera vía. Pero si esa es su segunda vuelta, no parece muy inteligente desentenderse del todo de la primera, mal que mal, no es la primera candidatura de derecha que elige Las Condes como trampolín presidencial por lo que existen números, aciertos y desaciertos con los que se puede comparar. Valdría la pena que los mirara.