Columna de Cristián Valenzuela: El liderazgo internacional del Presidente Boric
Manuel Monsalve, ex subsecretario del Interior del gobierno de Chile ha sido formalizado por abuso sexual y violación. El tribunal ha decretado, a petición de la Fiscalía, la prisión preventiva por considerar que Monsalve representa un peligro para la sociedad.
Para Chile, un verdadero récord nacional. En los últimos 34 años nunca en el país una autoridad en ejercicio, tan importante como el subsecretario del Interior, había sido acusado de violación ni había tenido que renunciar a su cargo para terminar privado de libertad en una cárcel pública.
Pero no solo es un récord nacional, sino un verdadero hito a nivel internacional. Mientras el Presidente Boric se pasea orgulloso por la APEC en Perú, por el G20 en Brasil y recibe con honores de Estado al Presidente de Francia en La Moneda, Chile sube al primerísimo lugar del ranking de vergüenza mundial gracias al exsubsecretario Monsalve.
Seguramente, el Presidente Boric tuvo la oportunidad de conversar con Narendra Modi, Primer Ministro de India, sobre el caso de su exministro Akbar, quien tuvo que renunciar por múltiples acusaciones de acoso sexual en su contra, previo a que asumiera como ministro. O quizás puede conversar con el Presidente Macron, sobre las acusaciones que se presentaron en contra de su actual ministro del Interior, Gérald Darmanin, por delitos cometidos antes de asumir en el cargo, alegaciones que fueron desestimadas.
La diferencia es que, en estos casos y en tantos otros más que han golpeado a otras naciones, más allá del pronunciamiento final de la justicia, se trató de hechos que ocurrieron previo a que las distintas autoridades asumieran sus cargos y no en ejercicio. No existe un caso reciente, en la política comparada, tan grave como el de Monsalve. Una autoridad en ejercicio, a cargo de la seguridad de un país, acusado de haber violado a una subordinada, luego de un fin de semana intensivo en alcohol y completamente carente de toda responsabilidad y prudencia.
La ex ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, reflexionaba hace algunos años sobre la admiración que sentía por el Presidente Boric, afirmando que “a veces le digo al Presidente: ¿Tienes noción del impacto que causa tu liderazgo en el exterior?”. La misma pregunta le haría hoy: ¿No le da vergüenza, Presidente, pasearse por los foros internacionales habiéndole dado el apoyo a un subsecretario acusado de violación?
El Presidente Boric iba a cambiarlo todo. Y de verdad lo hizo. En apenas tres años, pasó de promesa juvenil de la política latinoamericana –la nueva guardia según la Revista Time– a convertirse en el símbolo de la vergüenza progresista del Cono Sur. Un Presidente que hizo campaña enarbolando los derechos de las mujeres, los mismos que terminó faenándose y retrocediendo dos décadas en garantías para las mismas mujeres que prometía representar. Un Presidente que ganó con un discurso, pero que incumplió cada una de sus promesas en el ejercicio del cargo.
Hoy, una mujer en Chile está menos protegida y segura que hace tres años, no solo por el aumento de los crímenes y la precaria situación económica y de empleo, sino que fundamentalmente, porque si bien la responsabilidad penal es individual y el acusado de violación es Monsalve, nada asegura que en el futuro, frente a un caso de similares características, el Presidente nuevamente vuelva a ser encubridor del violador y no protector de la víctima, con el impacto nacional e internacional que esas acciones conllevan.
Por Cristián Valenzuela, abogado
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