Columna de Gabriel Zaliasnik: Desconexión

REUTERS/Rodrigo Garrido TPX IMAGES OF THE DAY


Han transcurrido solo 24 horas desde el tsunami electoral que desnudó -si aún hacía falta hacerlo- el completo fracaso de la Convención Constitucional y su proyecto refundacional. La magnitud de la debacle plebiscitaria reveló el voluntarismo de un grupo menor pero estridente que quería refundar un país que no deseaba ser refundado.

También evidenció la desconexión de la extrema izquierda con el Chile profundo, y como algunos creyeron erradamente poder entender las preocupaciones de la ciudadanía desde los privilegios de la elite en que fueron criados. Las famosas “tres comunas del Rechazo”, expresión acuñada con desprecio en el plebiscito de entrada, dio lugar este domingo, a las “cinco comunas del Apruebo”.

Anne Applebaum en “El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo”, describe cómo el resentimiento, la venganza y la envidia, son muchas veces el telón de fondo para la aparición de personajes como los que nos regaló -y en exceso- la Convención. En sus palabras no se trata de ideólogos ni de auténticos creyentes, sino de hombres y mujeres que anhelan el poder y la fama que sienten se les ha negado injustamente. Quedará para la historia el daño ocasionado al país por este frívolo elenco constituyente, pero ello no debe hacernos olvidar el profundo riesgo para la democracia que implicaba su fallida propuesta constitucional.

Por lo mismo si algún valor tuvo la propuesta derrotada, fue permitir distinguir a quienes poseen una auténtica vocación democrática de quienes solo usan la democracia para avanzar una agenda totalitaria surgida a partir del “octubrismo”, esa violencia premeditada que intentó destruir la institucionalidad de la República. Como nunca antes la ciudadanía, con un modesto lápiz azul, expresó su repudio a quienes quisieron arrebatarles un país que, con imperfecciones, desigualdades, y problemas, sigue siendo nuestro país.

De allí que si el gobierno y el Presidente Boric realmente quieren dar señales de unidad nacional, sería aconsejable destinar un presupuesto relevante a restaurar y pintar fachadas, recuperar el centro de Santiago y la deteriorada zona cero del estallido de octubre de 2019. Ello debería ser una obra pública prioritaria y un simbólico puente cívico entre los chilenos para avanzar en paralelo a una buena y nueva Constitución, dejando atrás no solo las voces, sino la estética destructiva y nihilista que algunos abrazaron.

Chile demostró que no está dividido en dos bandos iguales como la polarización política hace creer. Chile está dividido entre quienes realmente quieren cuidar su democracia y una minoría antidemocrática que abuso de las trampas y la violencia para forjar un camino autoritario que el pueblo no apoyó. Chile con orgullosa rebeldía se negó a cruzar la feble frontera que resguarda a las democracias liberales del asedio del autoritarismo.

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