Columna de Gabriela Clivio: Restringir las libertades no es el camino



Por Gabriela Clivio, economista y Directora de Mazars Chile.

“I want to break free, I’ve got to break free” – Freddy Mercury

En el año 1983, en un video que revolucionó a MTV (y por cierto fue censurado en varios países), el gran Freddy Mercury cantaba que quería ser libre. Eso mismo deberíamos buscar y por ese camino debiéramos avanzar, por el camino de la libertad y no ceder en el uso y goce de nuestros derechos. Esto es algo que, a mi juicio, está en juego en la votación del texto que nos propone la Convención Constitucional y que, lejos de unirnos y convocarnos en un proyecto común lo que hace es dividirnos, separarnos y enfrentarnos en una caricatura de la sociedad de unos versus otros, ricos versus pobres o pueblos originarios versus chilenos.

Frente al escenario de retroceder en el uso y goce de nuestras libertades, poco importa que el precio del dólar ya haya alcanzado los $1000 (lo que en realidad es un disparate y nos afecta a todos), que la inflación a pesar de las alzas de tasas se encuentre ahora en niveles del 12,5% en doce meses por una serie de factores internos y externos, ni que la economía crecerá de acuerdo al Informe de Política Monetaria del Banco Central del mes de marzo de este año apenas entre 1% y 2% en el año 2002 y se contraerá entre -0,25% y 0,75% en el año próximo.

Para muestra basta un botón como decía mi abuela. Ya la semana pasada, fuimos testigos de cómo algunos integrantes del equipo de gobierno estuvieron ad-portas de exigir una intervención en el mercado cambiario por parte del Banco Central, organismo que durante varios meses del año pasado advirtió sobre los efectos inflacionarios de los retiros en la evolución de los precios internos, retiros que estos mismos personajes alentaban desde la vereda contraria. La realidad es que la independencia del Banco Central constituye, probablemente (tal como lo menciona el artículo de Andrés Bianchi), la innovación más valiosa introducida en nuestra institucionalidad económica en los últimos 30 años. Ha sido tan buena la labor del Banco Central que, en Chile, nos acostumbramos a una inflación que se ubicaba entre 2% y 3% por años y el tema inflacionario estaba realmente fuera del radar más allá de los contratos indexados a la UF que perpetúan la inflación. Como el dato mata relato, cuando analizamos la trayectoria histórica de la inflación chilena, es más que evidente que la autonomía del Banco marca un antes y un después. Esta autonomía del Banco Central se vería alterada de aprobarse el texto que será sometido a la votación el 4 de septiembre ya que los consejeros podrían ser removidos por criterios políticos. Sin la autonomía del Banco Central, tendríamos una mayor inflación y todos perderíamos poder de compra (lo que ya estamos viviendo), lo mismo que sucede con el mayor precio del dólar (a pesar de nuestros ingresos estén denominados en pesos). Con un menor poder de compra nuestras libertades de elección se limitan y por lo tanto seremos un poco menos libres. Pero esto no es todo.

De aprobarse el texto también perderíamos el derecho a elegir el proveedor de salud que queremos. Todos tendríamos la misma cobertura y el mismo proveedor de salud, uno que sin duda colapsará. En lugar de aumentar las libertades de todos, y darnos a todos los chilenos una mejor salud el texto propuesto no se concentra en mejorar la calidad de la atención, sino que tal como está restringe nuestras libertades de elección. Otro ejemplo de una restricción a nuestras libertades dado que debiéramos “elegir” al Estado como proveedor. Lo mismo sucedería en materia de educación, el foco no está en la calidad. Así el tamaño del Estado seguiría aumentando y la realidad es que “cuando el tamaño del Estado crece, las libertades disminuyen”. En lo personal, aspiro y deseo que mis libertades no sean restringidas.

Podría seguir mencionando temas; el derecho a la propiedad privada también se verá vulnerado ya que el Estado podrá expropiar sin compensar con un precio de mercado ni de manera inmediata al afectado de acuerdo con el texto y quizás otro tema más importante aún, ya no seríamos todos iguales ante la ley y existirían justicias distintas para diferentes etnias. En resumen, existiría un Chile dividido con un tamaño del Estado mayor y donde las libertades individuales se verían disminuidas. Quien crea que de aprobarse el texto, éste podría modificarse posteriormente, claramente no lo ha leído, ya que existen varios cerrojos que hacen esto imposible. Me parece que restringir las libertades no es el camino; yo al menos “quiero ser libre, tengo que ser libre”.

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