Columna de Gonzalo Cordero: Rebeldes

El Presidente Gabriel Boric asistió a la ceremonia de aniversario de Carabineros.


Por Gonzalo Cordero, abogado

El avance de la sociedad está marcado por la acción de los rebeldes, generalmente jóvenes, que estuvieron dispuestos a desafiar las convenciones de su tiempo; los revolucionarios de hoy dan origen a los conservadores de mañana, pues, en la medida que las revoluciones tienen éxito, dan lugar a un nuevo orden social y cultural que genera sus propias formas.

Los jóvenes, mandatados por la naturaleza a ser rebeldes, tienen natural aversión a las formas heredadas, sus genes los impulsan a construir su propio mundo. La primera expresión de ello es el desafío a las convenciones, a las formas que definen como se hacen las cosas. Hay formalidades con alto contenido sustantivo y otras meramente prácticas, como la que tienen los británicos -y muchos chilenos- de manejar por la izquierda. Otras, en cambio, tienen un alto contenido simbólico; la historia nos dice que Prat, el 21 de mayo, vistió la tenida más formal que tenía en el buque, y es lógico que así fuera, sabía que se preparaba para un sacrificio que tenía un sentido que lo trascendía y quiso dignificarlo a través de una señal visible.

Es verdad que el hábito no hace al monje, pero denigrar el hábito es mucho más que ensuciar un trozo de tela, porque, aunque el hábito no lo haga, el monje sabe que lo define ante los demás, en su vocación, en sus convicciones, en todo aquello que espera que más respetemos de su proyecto de vida.

Hoy tenemos -qué duda cabe- un gobierno de jóvenes con pretensión de rebeldía, que a cada paso desafían las formas imperantes con otras, las suyas. El Presidente de la República no usa corbata y parece que elevó esta formalidad a la categoría de esencial. En toda costumbre socialmente valorada hay, o puede haber, también una señal de respeto hacia otros; por eso, a veces, no respetarlas es una manera de despreciar, con implícita soberbia, a esos otros, y cuando ellos están en una posición de debilidad, se convierte además en un abuso.

Vi al Presidente de la República en la ceremonia de aniversario de Carabineros sin corbata y una foto que circula en redes sociales lo muestra con las manos en los bolsillos, al parecer, mientras se entona el himno nacional. Carabineros es una institución formada por personas de clase media, sencilla, que han hecho de su vida un proyecto de servicio a los demás; no tienen, ni buscan, recompensas económicas o estatus; el honor al que aspiran es el reconocimiento social de aquellos a los que han decidido servir.

El Presidente ya no es un estudiante que marcha por las calles, entre otras cosas, es el jefe de los carabineros y tiene un poder inmenso sobre ellos; su desconsideración a las formas más valiosas ya no es expresión de rebeldía, sino de abuso. Está bien ser rebelde, pero la rebeldía implica coraje, desafío, riesgo; el rebelde apunta al fuerte, el matón al débil. Sacarse las manos de los bolsillos o ponerse corbata en ciertas ocasiones, no lo va a hacer menos rebelde, pero lo va a hacer más Presidente. No es poco, para meras formalidades.

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