Columna de Gonzalo Valdés: (Im) Productividad



Aún antes de octubre de 2019 ya se observaban problemas de falta de productividad, estancamiento y un escuálido crecimiento de los salarios. La violencia, la crisis de gobernabilidad y la pandemia no hicieron más que agravar el problema. En estas líneas se esbozan tres razones por las que nuestro país lleva una década estancado o retrocediendo.

La primera y más obvia razón es que tenemos una regulación torpe y lenta, especialmente a nivel de inversiones que haría una mega empresa. Por ejemplo: tener mejores reglas para cuidar el medioambiente es una prioridad, pero es absurdo que el proceso de evaluación ambiental demore 3 veces más en Chile que en Estados Unidos.

La segunda razón es que no fuimos capaces de reemplazar mecanismos problemáticos que favorecían el crecimiento por otros mejores. Por ejemplo, antes no era mal visto que un empleado recibiera almuerzos y regalos de parte de proveedores, de tal forma que las nuevas tecnologías o servicios eran testeados por las empresas. Nos dimos cuenta de que estos regalos (especialmente en el sector público) podían ser vistos como una forma de coima o recompensa ilícita, y fueron eliminados de la estructura corporativa. Sin embargo, no reemplazamos el mecanismo que incentivaba probar nuevas tecnologías y las empresas se estancaron. La alternativa ética (stock options, bonos que dependen de mejoras en productividad, etc.) brillan por su ausencia en el mercado.

Por mencionar otro ejemplo, los pactos de no levantar personal crítico entre competidores son ilegales y monopsónicos, y por lo tanto debieran ser perseguidos por la justicia. Pero no porque se acabe la práctica debiéramos renunciar al objetivo de capacitar personal: una empresa no invertirá en capacitación si cree que el capacitado se irá a la competencia. Lamentablemente en la industria nacional no se observan estrategias legales de retención de personal, por lo que la brecha de personal crítico y necesidades de las empresas va en ascenso.

Por último, tenemos una “Mentalidad chasquilla”. Un maestro chasquilla toma los materiales que encuentra, hace lo que buenamente puede y espera que el entuerto resista lo más posible. En Chile, los ejecutivos de grandes empresas reciben propuestas de servicios de empresas más pequeñas y muchas veces deciden hacer ellos el trabajo: replicar en vez de pagar. Esto es ineficiente ya que un mismo proveedor podría entregar el servicio a varias empresas, un buen proveedor está especializado y por eso es más eficiente, se evita invertir dos o más veces en una misma tecnología, y es un dolor de cabeza para los dueños de la empresa cliente porque ésta pierde el foco de su negocio. Nuevamente, no existen premios que incentiven a ejecutivos de grandes empresas a gastar bien su tiempo.

Como resultado tenemos muchas empresas grandes con proyectos que nunca se terminan, un mercado famélico de empresas proveedoras, y los emprendedores exitosos son los que venden directamente a personas en vez de a empresas. Al comparar con Estados Unidos encontramos que las mayores brechas de productividad (ventas por empleado) se encuentran en empresas medianas, que son justamente las proveedoras de empresas mega.

Es difícil pensar que Chile pueda superar su nivel de desarrollo sin atacar estas tres trabas.

Gonzalo Valdés, subdirector Instituto UNAB de Políticas Públicas.

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