Columna de José Miguel Ahumada: Huachipato y la desindustrialización



El anuncio del cierre de la siderúrgica de Huachipato no es una sorpresa. Mientras Chile se insertaba en el mundo a partir de uvas, celulosa y concentrado de cobre, la industria se derrumbaba internamente, pasando de representar un 20% del PIB en 1990 a un 9.7% el 2022.

¿Debiera ser esto algo a preocuparnos? Mal que mal, el mercado constantemente crea y destruye sectores y, según la enseñanza convencional, el resultado final de esto es que los sectores con ventajas comparativas predominan y, los que carecen de esas ventajas, desaparecen, generando una reasignación más eficiente de recursos. Así visto, por muy doloroso que sea hoy ver el cierre de sectores, sería económicamente racional en el largo plazo.

Pero esta receta a la pasividad (adoptado disciplinadamente en los últimos 30 años) no parece ser convincente ni para los miles de trabajadores que quedarán sin empleo, ni para quienes observan ‘el largo plazo’.

¿Por qué una industria como Huachipato, de los principales productores de acero para la región, ha perdido mercados en las últimas décadas? La aparición de la competencia china le brindó un duro golpe al sector. China era importadora neta de acero en 2000, mientras que veinte años después explicaba el 54% de su producción mundial. ¿No había que adaptarse a las ‘ventajas comparativas’? No: China inició un intenso proceso de subsidios y protecciones para estimular sectores como el acero, considerados estratégicos para su industrialización.

Ante esta masiva expansión y una serie de acusaciones de competencia desleal, la Comisión Europea ha renovado medidas anti-dumping contra empresas chinas para proteger su industria de acero, estableciendo sobretasas que van de 30,7% a 64,9%. Estados Unidos, por su parte, ha llegado a establecer sobretasas de 122% para proteger su acero. Esto de la mano de grandes programas de estímulo industrial de ambas economías. Para estas economías, dejar que caigan esos sectores porque ahí no habían ya ‘ventajas comparativas’ es una ruta al despeñadero.

¿Por qué Chile no ha aprendido del pragmatismo de estas economías? ¿por qué deja pasivamente que se derrumben industrias enteras por economías que aprendieron a romper prejuicios y sacar adelante un plan industrial público?

Es verdad. Huachipato por sí misma no puede sobreponerse a la competencia china. Pero la industria del acero chileno posee un potencial tecnológico y productivo que excede el cálculo de costos marginales con que se evalúa su competitividad presente. Ya Paul Krugman hace décadas advertía sobre esa brecha entre el costo presente y el potencial efecto dinamizador de una industria. En un contexto de cadenas de valor regionales, friend-shoring y de transición verde, se abre una ventana de oportunidad en que empresas como Huachipato, de ser apoyadas por un plan público de largo plazo, pueda aumentar su mercado y acelerar su transformación hacia acero verde, a partir de proyectos de hidrógeno verde, como H2V CAP hoy en evaluación.

En este sentido, la industria de acero debiese ser considerada como estratégica, por su potencial futuro, por su contexto de férrea competencia y por cómo las economías exitosas como Estados Unidos, la UE y China también así lo consideran.

Por José Miguel Ahumada, académico, Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile

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