Columna de Juan Ignacio Brito: Una genuflexión indecorosa

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En política es mejor juzgar lo que se hace, no lo que se dice. En ese sentido, resulta muy llamativo el apoyo que la derecha le ha ofrecido a Maximiliano Luksic para que acepte ser el abanderado del sector en las elecciones de alcalde en Huechuraba. Incluso más allá de la decisión del ex director ejecutivo de Canal 13, el respaldo es revelador de la actitud de partidos políticos que se declaran teóricamente favor de la meritocracia, pero que en la práctica prefieren borrar con el codo lo que escriben con la mano.

La eventual postulación de Luksic resulta problemática por varias razones. En primer lugar, la presencia de su familia en distintos ámbitos del quehacer económico hace que, en su caso, los conflictos de interés se multipliquen y sean inevitables. Aunque cualquier ciudadano es libre de buscar su vocación donde lo desee, lo cierto es que la prudencia debería llevar a quienes se encuentran en la excepcionalísima situación de Luksic a evitar que el resguardo de su fortuna pueda ponerse en el camino de sus decisiones políticas.

Otra duda es cuán profunda es la vocación política de Luksic. Hace apenas unos años, el alto ejecutivo señaló con convicción que había “tirado el ancla en Canal 13″, hasta donde, aseguró, había llegado para quedarse. Sin embargo, ahora resulta que pretende “emprender nuevos desafíos profesionales fuera del mundo privado”, como expresó al anunciar su salida de la estación televisiva a principios de mayo.

En última instancia, si finalmente compite, serán los votantes quienes emitirán el veredicto decisivo sobre Luksic. Sin embargo, dicha constatación no libera de responsabilidad a los partidos que lo están apoyando. La prensa informa que Luksic cuenta con la anuencia de toda la derecha, desde Evópoli a Republicanos, aunque son los presidentes de RN y la UDI los que han salido con más fuerza a señalar que le ofrecieron el cupo y que esperan que lo acepte.

Cuesta identificar los méritos que ven los partidos de oposición en Luksic, un advenedizo sin recorrido político y que tampoco exhibe grandes logros en su trayectoria como gestor privado.

Lo peor de todo para la derecha es que la actitud respecto de Luksic tiende a confirmar los persistentes cuestionamientos acerca de la forma en que se relaciona ese sector político con el gran empresariado. Debido a que habría que ser ciego para no advertir ese problema, la única conclusión posible es que estamos en presencia de una nueva genuflexión indecorosa de parte de los dirigentes del sector. En este caso, ante un grupo económico cuyo máximo líder ratificó hace un tiempo que la política de su familia es siempre ser “del partido del gobierno”. La fórmula es rentable cuando se actúa con criterios comerciales, pero resulta discutible cuando se trata de integrar un bloque opositor.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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