Columna de Manuel Agosin: Royalty minero

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En estos momentos, el Congreso está estudiando una reforma tributaria que contempla un royalty minero. Para no quedarnos fuera de competencia con Perú por inversiones en el cobre, el gobierno ha reformulado su propuesta inicial sustituyendo la base del royalty por un impuesto híbrido que contempla un royalty de verdad de uno por ciento sobre el valor de la producción más una tasa sobre el margen operativo (menos la depreciación) que depende del precio del cobre. La tasa sobre el margen operativo escala fuertemente con el precio del mineral. A un precio de US$ 4 por libra, la tasa de impuestos totales tendría un promedio de 48 por ciento sobre las utilidades de las empresas. En Perú, país que también aplicará un royalty a la actividad minera, la tasa efectiva de tributación en relación con las utilidades se ubicaría entre 43 y 45 por ciento, lo que deja a Chile por sobre las tasas que se aplicarán en Perú.

En estos días, el precio de cobre refinado se ubica en unos US$ 3,78. Sin embargo, al implementar un impuesto como el que se propone, conviene mirar el largo plazo y no solo los precios a los que se ha estado cotizando el mineral en los últimos años. Imaginémonos que el precio de aquí a unos 5 a 10 años se vaya a un rango entre US$ 8 y US$ 10. ¿Economía ficción? De ninguna manera. A medida que vaya avanzando la electromovilidad en el mundo, el precio del cobre en unos años va a ser muy superior a los niveles que hemos visto en años recientes. ¿Qué me lleva a hacer este tipo de pronóstico? Cada vehículo eléctrico insume cuatro a cinco veces la cantidad de cobre de un vehículo similar, pero a combustión interna. A medida que el mundo vaya reemplazando los vehículos convencionales con vehículos eléctricos, la demanda por cobre va a aumentar como nunca en su historia.

Sería una pena que Chile se perdiera los cuantiosos recursos públicos futuros del cobre al legislar tasas de impuestos no competitivas sobre las ganancias actuales del cobre. Sugiero una alternativa que podría entregarle al gobierno recursos bastante mayores y que harían del país un destino atractivo para la inversión en cobre. Mantengamos los impuestos que hay, agregándole un royalty de uno por ciento sobre el valor de la producción, pero que se incluya en los acuerdos con las empresas que, en la eventualidad que el precio llegue a US$ 10 por libra, las utilidades marginales generadas por la actividad cuprera por sobre un precio superior a US$ 4 por libra tendrían una tasa marginal de impuesto del 60 por ciento. Con las enormes ganancias que se esperan para un futuro no muy lejano, no es para nada descartable que las empresas aceptaran un trato de este tipo. Ya se hizo en el litio. Este año esta industria le entregará más recursos al Fisco que el cobre.

Por Manuel Agosin, académico FEN U. de Chile

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