Opinión

Columna de Patricio Morales: ¿Liberales o libertarios?

AGUSTIN MARCARIAN

Javier Milei consiguió una rotunda victoria en Argentina. La intensidad de la rabia hacia el kichnerismo fue de tal magnitud que las urnas no tuvieron vacilación. Su primer discurso tras el triunfo comenzó con una definición importante: “Hoy logramos tener un Presidente liberal libertario”. En Chile, esta distinción muchas veces se pasa por alto, y se decide de forma imprecisa señalar que ganó el candidato liberal a secas. Y es que el proyecto libertario es una variante muy particular del liberalismo. Es una interpretación extremista que bordea el fanatismo. En palabras de Agustín Squella, una versión mutilada de liberalismo. Es un movimiento que desprecia al Estado y que busca un gobierno mínimo. Por otra parte, tiene una valoración casi religiosa del mercado, sosteniendo que poseería la capacidad de ordenar cualquier controversia bajo un mecanismo de orden natural y espontáneo.

El proyecto libertario es nostálgico de un liberalismo clásico del siglo XVII que desconoce y rechaza la evolución liberal en términos filosóficos e históricos. El liberalismo no es la protección individual (o propiedad privada) y que los demás “se jodan”. Con una evolución de los siglos XIX y XX, el liberalismo se volvió un compromiso individual con el resto de los miembros de la sociedad, para promover la autonomía y protección de todos los proyectos individuales, la justicia social y un piso mínimo de igualdad. Es decir, un liberalismo que tiene como pilar el resguardo de un pacto social.

Las revoluciones del siglo XIX, como la Revolución Industrial o la Revolución Francesa, provocaron una importante evolución del liberalismo clásico. Autores como Toqueville, Stuart Mill, Kant o Thomas Paine promovieron una nueva sintesis liberal. Principios generales como libertad, secularización y constitucionalismo, que limite al gobierno y establezca derechos y deberes ciudadanos, se robustecieron y complejizaron. En este momento histórico, el liberalismo abraza la democracia indisolublemente. Los libertarios interpretan esto solo como un acto procedimental, con un profundo desprecio de las consecuencias políticas de esta evolución filosófica.

Liberalismo y democracia durante el siglo XX implicó una convivencia liberal con el conservadurismo y el socialismo. Lejos de desdibujar el liberalismo, como creen los libertarios, el siglo XX dejó huellas y evoluciones importantes. Sociedades desarrollas como las europeas o el mundo anglosajon de Canadá, Nueva Zelandia y Australia promovieron pactos sociales que buscan un equilibrio entre Estado y mercado, entre libertad e igualdad, y lejos del fanatismo de mercado, promueven economías mixtas.

Desde el Partido Liberal de Chile y la Internacional Liberal, tenemos grabada esta distinción. Promovemos un proyecto liberal moderno e igualitario. Hoy, la crisis de la democracia liberal debe hacer frente al populismo, pero también al mesianismo que nos plantea Javier Milei y sus libertarios. El grito de “viva la libertad, carajo” es un proyecto liberal mutilado.

Por Patricio Morales, cientista político y expresidente del Partido Liberal

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