Columna de Paula Walker: Retomar agenda, ¿para qué?



Por Paula Walker, profesora de la Escuela de Periodismo Usach

De las frases más comunes en los gobiernos está aquella de “manejar la agenda” como un sinónimo de oficio y capacidad para tener iniciativa política-programática y sostenerla durante el tiempo. El anhelo es que una parte de la agenda pública pueda ser “timoneada” desde La Moneda, con los beneficios que eso tiene: si un gobierno maneja la agenda puede planificar el movimiento de sus piezas, organizar los anuncios, prever las críticas y contestar planificadamente y no de manera intuitiva. ¿Hay arrogancia en este empeño? Claro que sí. Había un mundo en el pasado donde marcar agenda era harto más fácil que hoy, donde cualquier persona con un teléfono inteligente, acceso a Internet y curiosidad puede irrumpir con un acontecimiento lo suficientemente poderoso para arruinar el momento o, lo peor de todo, alguna de las autoridades dice o hace algo que empaña un anuncio. La pregunta del millón es para qué se quiere retomar la agenda.

Los ministros de Hacienda, Trabajo, Economía y el presidente de la CUT comunicaron un acuerdo histórico con respecto al aumento del salario mínimo y otras acciones para enfrentar la inflación. Una negociación que se percibió como rápida, tranquila y con acciones concretas. Liderada por ministros con trayectoria que lograron una ejecución coordinada con el foco en las personas, en línea con la promesa del Presidente en su programa de gobierno.

Este 1 de mayo el salario sube a $380.000 y en agosto a $400.000. Si la inflación acumulada a diciembre de 2022 supera el 7%, el salario mínimo se incrementará a $410.000 a contar de enero de 2023. El anuncio buscaba mostrar una colaboración entre Ejecutivo y trabajadores a través de medidas más integrales, que incluyen un observatorio del valor al público de la canasta básica de alimentos, subsidios a las Pymes para el pago de los salarios y la promoción del trabajo decente, incluyendo el enfoque de género.

El anuncio no incluyó gráficos efectistas con esas barras de colores que no coinciden con las cifras. Se percibía entre las autoridades y los representantes de trabajadores un cierto clima de acuerdo. Quienes se sentaron a la mesa estuvieron dispuestos a ganar y también a ceder. Las autoridades económicas dicen que es sostenible en el tiempo el salario, además de poner en la agenda la palabra decente para referirse al tipo de trabajo que se espera promover para hombres y mujeres.

Esta noticia permitió durante unos días “manejar la agenda” al gobierno en este aspecto y hacer visibles las promesas presidenciales. El mayor capital de un Presidente es su palabra, cumplir sus promesas y mostrar que es capaz de organizar a sus equipos para mejorar la vida de todas las personas que habitan el país. Los equipos se conocen, se huelen, se miran, se prueban. Aún es pronto para decretar qué equipos funcionan bien y cuáles no, pero también es cierto que ya tenemos pinceladas de qué tipo de equipos representan mejor el estilo de un nuevo gobierno que habita un país incrédulo, con prisa y rabia acumulada.

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