Columna de Rolf Lüders: De verdades, volteretas y confusiones



Pronto se realizará el plebiscito en que tendremos que aprobar o rechazar la propuesta de nueva Constitución. Esta vez las consecuencias son menos dramáticas que en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022 y, sin embargo, el tema no deja de ser importante. Al fin y al cabo, las constituciones son los cimientos sobre los cuales se construyen las instituciones que rigen nuestro quehacer.

La propuesta del Consejo respeta -al contrario de lo que hacía aquella de 2022- la tradición constitucional chilena y, en muchos aspectos importantes para el desarrollo, no difiere radicalmente de aquella Carta Magna que nos rige actualmente. Lo último es especialmente válido en referencia a las disposiciones en materia económica.

Además, la propuesta es modernizadora. Reconoce explícitamente y en forma fiscalmente responsable, derechos sociales y medioambientales no considerados en la Constitución vigente. Es más, incluye una serie de disposiciones que benefician a las mujeres, entre ellas la igualdad salarial y la proscripción de la discriminación arbitraria, el valor de los cuidados, los planes de salud sin discriminación, la sala cuna universal, y la paridad de salida transitoria.

Por lo anterior, cuesta entender la voltereta del oficialismo. Después de criticar por años a la actual Constitución -la denominaron despectivamente como la de Pinochet o aquella de los cuatro generales- y argumentar que ella limitaba severamente el desarrollo del país, el oficialismo está tratando de mantener en vigencia la actual Carta Magna. Quizás la única explicación posible por tal preferencia es que el oficialismo no ha abandonado la esperanza de modificar radicalmente nuestras instituciones, lo que resulta ser más fácil, o menos difícil, bajo la actual Constitución que bajo aquella propuesta por el Consejo Constitucional.

Mientras tanto, en una buena parte de los habitantes del país y en materia constitucional, reina la más absoluta confusión. Esta población no tiene -en la práctica- otra guía que la de los líderes de opinión. Si estos son de izquierda y centroizquierda recomiendan votar en contra, pero -sorprendentemente- también lo sugieren algunos líderes del flanco de la derecha. ¿Quién lo entiende? Aumenta la confusión el hecho que en el anterior plebiscito el oficialismo era partidario del “Apruebo” y la oposición del “Rechazo”, lo contrario de lo que sucede ahora.

Así, el lector debe tener presente que la aprobación de la propuesta del Consejo -el voto “A favor” de la nueva Constitución- cerrará para bien y por ahora el tema constitucional. Es más, y muy importante, la adopción de la nueva Constitución implica la vigencia de una serie de disposiciones con consecuencias partidarias que incentivarán los acuerdos, requisito esencial para la adopción oportuna de políticas públicas procrecimiento.

Por Rolf Lüders, economista

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