Columna de Sebastián Huerta: Presidente, basta de polarizar



La figura de un Presidente de la República tiene un peso más allá de las políticas y decisiones que implementa. El jefe de Estado no solo encabeza el gobierno de turno, sino que también es, por la naturaleza del cargo, un símbolo de unidad, hermandad y representación para todos los ciudadanos, sin importar las ideologías políticas.

Lamentablemente, a 537 días desde que Gabriel Boric asumió como Presidente de Chile, se ha convertido en un agente de polarización, exacerbando divisiones que se intentan sanar y profundizando fracturas en la sociedad chilena.

El reciente llamado a duelo nacional, por la muerte del dirigente del Partido Comunista y exmiembro del grupo terrorista FPMR, Guillermo Teillier, solo ratifica su sobre ideologización y el interés de seguir enfrentando a los chilenos.

El Partido Comunista tiene el derecho a despedir a su exlíder, pero nadie, ni siquiera el propio Presidente, puede imponerle a los ciudadanos estar de duelo por una persona que nunca generó apoyo transversal y no fue un demócrata.

El Presidente debe entender que la polarización inducida por él puede tener efectos profundos y dañinos para la estabilidad y la cohesión de nuestra nación, dañando fuertemente el debate político. En un momento en que necesitamos unidad para avanzar y recuperar el crecimiento, esto genera desconfianza en todos los que no aprueban su gobierno. Según las encuestas es más del 60% de los chilenos.

Es cierto, pero también lamentable, que un Presidente que fomenta e instrumentaliza la polarización, a menudo busca mantener cautivo a su base de apoyo, aprovechando la lealtad ideológica de sus seguidores. Pero la polarización no solo afecta el debate político, sino también las relaciones más cotidianas de los ciudadanos, con sus familias, amigos y compañeros de trabajo. Los costos son altos, y lo pagan las familias chilenas.

En momentos en que la unidad y el trabajo colaborativo son fundamentales para enfrentar problemas globales y nacionales, es imperativo que todos los líderes, en especial el Presidente Boric, comprendan la responsabilidad que asumieron cuando llegaron a sus cargos. Si los discursos antisistema, polarizadores y odiosos le sumaron votos en la primera vuelta electoral, se pueden justificar por el contexto de campaña, pero no para gobernar, ya que la retórica y las acciones de un Presidente tienen un impacto realmente profundo en la sociedad y en la calidad de nuestra democracia.

La primera vuelta se acabó hace rato y los chilenos esperamos ansiosos que Gabriel Boric aterrice en su nueva realidad como Presidente de todos los chilenos.

Sebastián Huerta, Fundación Aire Nuevo.

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