Columna de Yanira Zúñiga: Temas valóricos



En su última cuenta, el Presidente Boric anunció que le pondrá urgencia al proyecto de ley sobre eutanasia y cuidados paliativos que se encuentra en el Senado; que perfeccionará el reglamento que regula el aborto en tres causales e impulsará un proyecto de ley de “aborto legal”. Sus numerosos críticos han sostenido que Boric se habría desviado de las prioridades ciudadanas, concentrándose en temas valóricos que solo importan a sus votantes. Creo que ambas afirmaciones son discutibles en sus premisas e implicancias.

Partamos por tomar nota de algo obvio: la regulación del aborto concierne fundamentalmente a las mujeres quienes son la mayoría de la humanidad y no una especie de nicho electoral. Todo indica, además, que el apoyo a una regulación más permisiva del aborto ha ganado sostenidamente terreno en Chile, entre mujeres y hombres. Según la encuesta CEP (2023), en 1999 solo un 10% apoyaba una modalidad de aborto a plazo (o “libre”); mientras que en 2022 y en 2023 ese apoyo se empina alrededor de un 30%. Por último, la amenaza de retroceso en la ley de tres causales parece haber sido decisiva en los resultados de la pasada elección presidencial y del plebiscito constituyente de diciembre.

Conviene preguntarse, además, qué implicancias políticas tiene que algo sea una cuestión valórica. Por “valórico” (un americanismo) parece entenderse dos cosas. Algo que remite a un asunto moral controversial o algo relativo a la conciencia individual, o sea, de orden privado. Tanto el aborto como la eutanasia son, en estos dos sentidos, asuntos valóricos. Remiten a creencias individuales, son objeto de decisiones privadas y son extremadamente controversiales. Pero esto no implica que no sean temas políticos o prioritarios. De hecho, es frecuente que la deliberación pública verse sobre esta clase de temas. ¿Acaso los polémicos debates sobre pensiones, seguridad o castigo de la corrupción no tienen elementos valóricos? ¿Quienes reclaman su derecho a educar prioritariamente a sus hijos no buscan, acaso, que la ley les garantice protección para su moral privada?

“Valórico” no es, tampoco, sinónimo de residual o trivial. Hay muchas personas-no solo las directamente concernidas, también médicos, jueces u otros profesionales- que deben tomar diariamente importantes decisiones sobre estos temas. Si la democracia es el principal espacio de la reflexión colectiva, ¿no debiésemos esforzarnos por responder políticamente aquellas preguntas vitales para esas personas y para nuestra organización social? (entre otras, ¿por qué un Estado podría imponer la pena capital como castigo y negar, en cambio, a quienes sufren enfermedades terminales dolorosas el derecho a elegir una muerte rápida administrada por un tercero?). Dar la espalda a las preguntas morales incómodas no las hace desaparecer, tampoco desvanece las angustias de quienes deben enfrentar dolorosas decisiones. Solo alienta la irresponsabilidad y la hipocresía social.

Por Yanira Zúñiga, profesora Instituto Derecho Público, Universidad Austral de Chile

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