SEÑOR DIRECTOR:

Una de las estelas que dejó la fallida Convención Constitucional es la revalorización de los expertos por parte de la ciudadanía, dejando claro en varias encuestas que un nuevo proceso debería integrarlos de manera institucional. Es indudable que los académicos colaboran con profesionalidad, técnica y la necesaria distancia con la contingencia política para elaborar un texto constitucional. Sin embargo, sus bondades no pueden terminar por idealizarlos.

Primero, una Constitución es un texto jurídico, pero también político, y los académicos no necesariamente manejan el arte de construir acuerdos y negociar, lo que dificultaría el avance deliberativo -varios casos hubo en la Convención. Esto se suma a la falta de legitimidad democrática directa que tendría un grupo de expertos elegido por políticos y el fuerte incentivo de los académicos para intentar imponer tesis de su autoría en el texto para beneficio propio.

En definitiva, es necesario integrar la visión de expertos, pero debe pensarse con mesura, para que el ímpetu por la técnica no nuble la razón para crear un órgano constituyente que entregue una Constitución adecuada y democrática a los chilenos.

Beatriz E. López

Jorge Hagedorn

IdeaPaís