Coronavirus y cambio climático: la recuperación ecológica no es el camino correcto



Por Bjorn Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center

Tras los estragos de la pandemia del coronavirus, el mundo gastará billones de dólares para regresar a la normalidad. Cada vez más, activistas e influyentes hacedores de políticas públicas exigen que este gasto se vincule a los objetivos climáticos. La presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, insta a "hacer todo lo que esté en nuestras manos para que sea una recuperación verde", y muchos países están impulsando un "Green New Deal". Esto podría costarnos decenas de billones de dólares y, desafortunadamente, será una de las peores formas de ayudar a la recuperación.

La pandemia del coronavirus ha causado la pérdida de cientos de miles de vidas y ha dado lugar a una perturbación generalizada. Según el FMI, las pérdidas podrían fácilmente superar los 20 billones de dólares durante este año y el próximo.

Del mismo modo, el cierre de escuelas ha tenido escasos efectos sobre el coronavirus, según la revista médica The Lancet, pero ha dejado a la siguiente generación con una peor educación. Debido a que los niños mejor educados son adultos más productivos, esto obstaculizará el crecimiento del mundo en las próximas décadas. El Banco Mundial estima que el actual cierre de escuelas, que afecta a unos 1.500 millones de niños, ha restado 13 billones de dólares al futuro de esos niños.

Ahora, las naciones pedirán prestados billones para ayudar a aliviar el sufrimiento actual. Se nos dice que una recuperación ecológica puede crear rápidamente muchos empleos y generar crecimiento económico, además de solucionar el problema aún mayor del cambio climático. Esto es mayoritariamente incorrecto.

El cambio climático es un problema importante para la humanidad y debemos abordarlo de manera inteligente. Pero las políticas climáticas también tienen grandes costos.

El Acuerdo Climático de París es un desperdicio, ya que costará entre 1 y 2 billones de dólares al año y solo reducirá los daños climáticos en una décima parte de su costo. Reducirá las temperaturas a finales de siglo en unos insignificantes 0,2°C. Además, los estudios muestran que aumentará la pobreza y cuadruplicará los precios de la energía en Europa.

Los mayores estudios sobre el “2050 European Green Deal” apuntan a unos costes de 1 a 2 billones de euros por año hasta 2050 solo para Europa. Esta cifra supera lo que los gobiernos de toda la UE gastan hoy en salud, educación y medio ambiente, pero solo reducirá los daños climáticos globales en menos de una décima parte de su costo.

Pero seguramente el gasto ecológico producirá más empleos, ¿verdad? En EE.UU. se necesitan 39 trabajadores del sector de la energía solar para producir la misma cantidad de electricidad que genera un trabajador del gas natural. Elegir emplear a 39 personas para hacer lo que solo una podría generar es un desperdicio. Significa que 38 personas no pueden ayudar en otro sector de la economía.

Además, el gasto ecológico actúa lentamente y casi no crea puestos de trabajo a corto plazo, cuando estos son más necesarios. Tampoco ayuda a los más afectados. Genera empleos verdes en la construcción y las manufacturas, pero la mayoría de las pérdidas de puestos de trabajo debido al coronavirus se produjeron en el sector servicios.

Por último, los empleos subvencionados resultantes de los acuerdos ecológicos tendrán que financiarse con impuestos más altos, lo que producirá recortes en otros lugares. Como concluye la Oficina Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos en un estudio reciente, es probable que los efectos generales de las políticas ambientales en el empleo “sean pequeños, especialmente a largo plazo”.

Los activistas a menudo citan erróneamente un informe de la OCDE para sugerir que las políticas climáticas pueden aumentar el crecimiento. El informe muestra, en realidad, que las políticas climáticas reducen el crecimiento, mientras que las políticas inteligentes no necesariamente relacionadas con el tema climático, como las inversiones en infraestructura y educación, junto con un mercado laboral más flexible, aumentan el crecimiento. ¿Deberíamos entonces elegir primero las políticas que aumentan el crecimiento?

Para hacer frente al desafío climático tenemos que gastar menos recursos y hacerlo mejor, para aumentar las inversiones en innovación que permita llevar el precio de la energía verde por debajo del de los combustibles fósiles.

Pero hoy debemos centrarnos en las necesidades urgentes: inversión en la atención de la salud para hacer frente al enorme retraso existente y aumentar la resistencia a futuras epidemias; conseguir que los niños regresen a las escuelas; y ayudar a los miles de millones de personas que, en todo el mundo, tienen menos alimentos, menos ingresos y más inseguridad.

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