Cuarentena total y hambre

Felipe Guevara y Felipe Alessandri entregan una caja de mercadería del Gobierno.


Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Los contagios por coronavirus han tenido un aumento preocupante en la Región Metropolitana, que amenaza la provisión de camas críticas y ventiladores para atender los casos graves. Esa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas, lo que ha llevado al gobierno a decretar una medida extrema: cuarentena total para 38 comunas de la Región Metropolitana afectando a casi siete millones y medio de personas.

A todos en el Gran Santiago esta cuarentena les ha alterado las formas de vida, introduciendo trastornos y problemas. Para una fracción de nosotros, no obstante, considerando el contexto, esto representa una incomodidad, pero no mucho más que eso.

Pero el problema es que entre los afectados hay un gran número que no tienen la capacidad económica para resistir la medida. Recordemos que en Chile, un tercio de la fuerza laboral son trabajadores por cuenta propia y muchos deben salir a la calle a ganarse el pan de cada día. Otro número importante son cesantes, que perdieron su trabajo por la inactividad productiva que causan las cuarentenas. Frívolamente, algunos decían que se trataba de privilegiar la salud por sobre la economía, como si un descalabro productivo no se llevara con él empleos e ingresos de las familias más vulnerables, deteriorando su estado de salud.

Por eso el coro de alcaldes pidiendo cuarentena total para sus comunas era irresponsable. No se podía hacer sin atender el problema de la caída de ingresos de las familias más pobres e incluso la posibilidad que apareciera el hambre. Otra cosa que pedían los alcaldes era mayor participación en las decisiones y en las medidas que el gobierno tomara para hacerse cargo de la pandemia, aludiendo a su mayor conocimiento de la calle.

Ese es el contexto en que el gobierno anuncia, además de las ayudas monetarias que están en curso, la entrega a través de los municipios de 2,5 millones de cajas con alimento suplementario para las familias, cuyo alcance es de seis millones de personas.

Paradojalmente, más que celebrar esta medida, lo que proyectan los medios, en particular la TV, son principalmente críticas. Es cierto que, como toda acción de gran magnitud y ambición, puede discutirse la oportunidad del anuncio (prematuro) e incluso los detalles técnicos de la logística; pero que el alcalde Codina reclame porque el personal municipal pueda infectarse al repartir las cajas es increíble. ¿No querían participar acaso, o solo están para quejarse? Que además Codina proponga fijar precios lo que sumaría escasez de alimentos, afirmando que bastaría que el que los fije no sea “pajarón” para evitarlo, es ya ignorancia supina. ¡Sean parte de la solución! Vivimos momentos difíciles, y no los vamos a superar si los llamados a cooperar siguen pensando en ellos y no en el país.

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