Cuidado Sra. Vallejo, cuidado Sr. Piñera

Desde que retorné a Chile en 1989, no he dejado de tener actividad empresarial, como socio, director, o gerente de empresas. Hoy soy presidente del directorio de una empresa que abastece a la minería y miembro del directorio de otra en el rubro del mantenimiento vial.Fui socio de una empresa de consultoría en gestión por 15 años, y miembro del directorio de una agroindustria por 25 años. Fracasé en dos emprendimientos. A duras penas junté las platas para una jubilación decente.
¿A qué viene esto? Viene a que veo en el imaginario colectivo la creencia de que la gran mayoría de los empresarios, incluyendo a las Pymes, son una manga de frescos, explotadores, contaminadores y abusadores. Nada más lejos de la realidad, y lo digo por experiencia acumulada.
Las empresas -salvo aquellas que lograron una prebenda monopólica que las tiene blindadas, lo que les permite ganar millones de dólares anuales- viven normalmente al borde del ataque de nervios, con márgenes de utilidades que fluctúan entre 4% y -3%, con bancos que las tienen estranguladas, inspectores aplicando multas de una insensatez prodigiosa, permisos que nunca salen, en mercados ferozmente competitivos y fluctuantes. De hecho, muchas de ellas mueren anualmente, y de las que nacen, el 70% no alcanza a llegar a los cinco años de existencia.
Y entonces, para proteger a los pobres e indefensos trabajadores de estos rapaces explotadores, como si estuviéramos en 188 o 1980, todos alegremente claman por más impuestos, más dinero dedicado a las pensiones (4%), y ahora se les ocurrió que cinco horas menos de trabajo por semana. Recuerden que esto se los está diciendo uno de los pocos empresarios socialdemócratas que hay en Chile, y se los está diciendo con conocimiento de causa.
Quiero y siempre he querido mejores pensiones y menos horas trabajadas a la semana para los trabajadores, mejor educación pública, y más gasto en salud para los trabajadores, financiado por cierto con crecientes impuestos para los más ricos, pero si el país no va haciendo esto al ritmo de un sólido y constante aumento de productividad, gracias a mejor organización, más tecnología y capacitación, lenta pero seguramente seguiremos la senda del deterioro de Argentina o de Brasil. Eso se llama populismo rasca y no progresismo.
Lo insólito de la discusión es que no se dan datos: según la Comisión Nacional de Productividad, comparando 2005 con 2018, 13 años, ¡los chilenos estamos produciendo per cápita 3.1% menos! No es culpa de los trabajadores, sino de leyes mineras, creciente burocracia, desorganización y mala gestión. Para salir del hoyo productivo y de la crisis mundial que se avecina, deberíamos por un tiempo esforzarnos más y no menos, o las tasas de cierre de empresas y de desempleo aumentarán.
Cuidado, señora Vallejo, cuidado señor Piñera, por bailar la cueca al ritmo de la señora Vallejo.
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