¿De qué se trata esta elección?



Por Gonzalo Cordero, abogado

Para algunos, es una lucha por la libertad; para otros, el camino a un cambio real, el prometido nuevo Chile; no son pocos -tal vez la mayoría- los que dirán que no representa nada y se quedarán en su casa. Intentaré responder desde lo que yo creo debiera ser un mínimo común denominador para todos los que valoran la democracia y el estado de derecho, incluso desde distintas posiciones políticas: esta elección se trata de si los chilenos queremos dar una cuota desmedida de poder al Frente Amplio-PC o no.

Es una realidad evidente que estamos en un ciclo de refundación, en que una Convención encargada de redactar una propuesta de nueva Constitución puede cambiar desde el nombre de nuestro país hasta su organización político administrativa; no hay institución medianamente relevante que esté ajena a su tarea y lo hará con una mayoría Frente Amplio-PC que les permite, asociados a otros grupos tanto o más radicales que ellos, superar cómodamente los 2/3 y proponer un texto “a su pinta”.

El Congreso cambiará también, presumiblemente hacia la izquierda, los partidos que integraron la Concertación languidecen en una agonía a ratos penosa; de hecho, es incierto si su candidata presidencial obtendrá más votos que Parisi, un candidato telemático. A sus antiguos dirigentes, los que alguna vez merecieron el calificativo de “panzers” o “estadistas” hoy se les ve cambiando sus votos o subiéndose a cualquier aventura populista que la extrema izquierda decide impulsar. Creer que ellos puedan ser garantía de moderación o contrapeso es sencillamente no querer ver lo que ocurre a diario en las cámaras legislativas o en la Convención Constitucional.

La pregunta, entonces, es ¿a qué nos conduciría un sistema político en que el gobierno, el Congreso y la Convención están manejados por el eje Frente Amplio-PC? Dejemos de lado la excesiva ideologización de estos grupos, la evidencia de lo que han hecho en otros países de América Latina cuando sus equivalentes han llegado al poder o incluso sus declaraciones recientes; hagamos el acto de confianza -o de ingenuidad- de creer que nosotros somos diferentes, o que ellos lo son, o que sus declaraciones son solo expresiones de quienes quieren alcanzar el poder, pero después la realidad los obligará a moderarse.

Aun si todo eso fuera cierto -estoy seguro que no lo es-, todavía queda un problema que la historia ha mostrado una y otra vez: cuando un grupo de seres humanos consigue el poder sin contrapeso abusa inexorablemente de él y tiene la tendencia irrefrenable de perpetuarse. Así ha ocurrido en todo tiempo, cultura e ideología; no podemos olvidar que, si creemos en la democracia, es porque ha mostrado ser el mejor mecanismo para evitar precisamente eso.

Más de alguien podría decirme que esto es campaña del terror; yo le respondería que es solo conocer algo de la naturaleza humana. De eso se trata esta elección.

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