Debate por postergación del plebiscito

Plebiscito


El Presidente de la República causó una fuerte controversia -tanto en la oposición, pero también en sectores del oficialismo- al plantear que ante la posibilidad de que la recesión económica en el país sea de envergadura, quizás se tendrá que discutir el volver a postergar la fecha del plebiscito constitucional, el cual ya fue movido al 25 de octubre a raíz de los efectos de la pandemia. Previamente, el ministro del Interior había planteado que no se podría descartar una postergación del referéndum, según cómo vaya evolucionando la realidad sanitaria, haciendo ver además la pertinencia de racionalizar el abultado calendario electoral previsto para éste y el próximo año.

Una declaración emitida por la oposición expresó que los dichos del Mandatario son “preocupantes e incoherentes”, pues por un lado se apela a una “nueva normalidad”, pero por otro se especula con demasiada antelación sobre eventuales condiciones sanitarias para el plebiscito, haciendo ver además la negativa señal que se entrega al pretender condicionar este acto electoral a las condiciones económicas del momento. “Las democracias sanas no postergan sus elecciones”, agregó la declaración. Con el correr de los días, el Presidente matizó sus palabras, señalado que su gobierno trabaja para que el plebiscito sea el próximo 25 de octubre, pero que habrá que “estar atentos a cómo evoluciona la pandemia del coronavirus y la pandemia de la crisis social”, y según ello, “podemos volver a discutir todos los temas”.

La forma en que el Mandatario colocó el tema probablemente no fue la más afortunada, ya que en algunos sectores pudo haber dado la impresión de que lo que se buscaba era disfrazar una maniobra para forzar un cambio unilateral del plebiscito. Ello una vez más recuerda la importancia de que materias que son altamente sensibles -especialmente cuando de por medio ha habido un acuerdo político transversal- sean tratadas con especial prudencia, evitando señales equívocas.

Pero aun cuando la forma pudo no ser acertada, el Jefe de Estado ha hecho un planteamiento que puede ser atendible, ya que siendo previsible que la realidad sanitaria del país seguirá siendo muy compleja, y que la crisis económica alcanzará en los próximos meses dimensiones no vistas en décadas, es realista comenzar a interrogarse si para entonces habrá condiciones que permitan una amplia participación ciudadana, donde no cabe excluir de antemano las razones económicas.

No es una buena señal que temas de esta trascendencia no puedan ser discutidos con la debida serenidad. Ciertamente deben existir razones muy potentes para volver a cambiar la fecha de un referéndum ya comprometido ante la ciudadanía, pero es razonable que ese debate comience pronto, analizando sus pros y contra, no dilatándolo hasta que ya pueda ser muy tarde.

Con todo, una regla fundamental es que las decisiones en temas de tanta trascendencia deben ser fruto de amplios acuerdos, y no de acciones unilaterales. Esa es la mejor garantía de que incluso en temas tan complejos como éste, las resoluciones que adopte el Ejecutivo y el Congreso serán bien recibidas por la ciudadanía, alejando suspicacias.

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