Deconstruir estereotipos caducos



Por Lucía Miranda, docente e investigadora Flacso - UCSH, Red de Politólogas

Los números no calzan, todas tenemos una amiga que fue abusada, pero a los hombres les cuesta identificar abusadores en sus grupos cercanos. Las prácticas sexistas llegan a estar incorporadas casi tanto como la necesidad de comer al menos dos veces al día, y nosotras todavía tenemos que explicar qué es feminismo o perspectiva de género.

Una está tan costumbrada a revisarse y pensar lo que dice, que siempre acude a libros o colegas para asegurarse que está diciendo lo correcto antes de dar una respuesta. Mientras tanto, señores en cargos institucionales de gran visibilidad hacen afirmaciones aberrantes, irracionales, sesgadas hacia su ideología (arguyendo ser tecnocráticos) sin inmutarse; totalmente tranquilos desde su vereda del privilegio.

Una amiga me dijo: “hoy hay que tenerle miedo a quien no hace terapia”. Concuerdo totalmente, pero no lo dejo en el hecho de hacer terapia (porque hay quien le miente a su terapeuta), sino en la necesidad de revisarse, revisar pensamientos, creencias adquiridas de forma automática, sin reflexión; la necesidad de revisar prácticas que finalmente terminan encubriendo maltratadores o que asumen que el lugar de las personas en la sociedad está dado por su género.

Es importante revisarnos personalmente, así como revisar el marco y reglas sociales en base a las cuales interactuamos. Las acciones afirmativas son imprescindibles muchas veces para generar cambios obligados en nuestras prácticas, que de otra manera quedarían a libre de arbitrio de cada quien, reproduciendo desde la comodidad del privilegio.En 2021, el Tribunal Constitucional emitió un fallo en relación con la Ley de Garantías de la Niñez, que expresó que establecer que la educación sexual será laica y no sexista, y el reconocimiento de la autonomía progresiva, es decir, ejercer derechos en función del avance en el desarrollo y madurez, eran inconstitucionales y que las relaciones familiares están desreguladas jurídicamente.

Efectivamente, necesitamos un marco legal potente y el entramado institucional que le dé acompañamiento y seguimiento a su cumplimiento. Pero también son imprescindibles espacios de concientización respecto del lugar desde el cual actuamos en la sociedad; que nos lleve a reflexionar si estamos ejerciendo un rol opresor -que incide en el desconocimiento y desinformación- o un rol de expansión hacia una libertad en igualdad de condiciones; porque no necesariamente los espacios por no estar reglados implican un avance en la libertad, sino por el contrario, redundan en la reproducción de estereotipos caducos.

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