Deuda con la prevención

Imágenes de las consecuencias de los incendios forestales en la comuna de Tomé


SEÑOR DIRECTOR:

Los incendios acontecidos en Ñuble y Biobío demuestran, una vez más, que estamos “al debe” en la prevención del riesgo de desastres. En Chile, tenemos regiones que comparten geografías y condiciones del entorno donde habitan las personas y que son bastante similares. Por ejemplo, la región del Ñuble y el Biobío tienen poblaciones que viven cerca de predios forestales, además de una densa vegetación propia de la zona y sequía.

Después de los grandes incendios de 2017, deberíamos tener mapeadas las zonas más propensas a incendios y, por sobre todo, contar con un trabajo constante con quienes los habitan. De hecho, la Ley 21.364 que crea el Nuevo Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres y crea el Senapred, potencia el rol de los comités para la gestión del riesgo de desastres que operarían a distintos niveles político-administrativos y que deben actuar no solo de forma reactiva, sino también prospectiva.

De estos comités, el comité comunal tiene la potencialidad de ser un espacio donde se trabaje junto a las comunidades, a través de sus organizaciones sociales en la identificación de los riesgos que son más relevantes para ellos y en los elementos sobre los cuales se podría trabajar de forma preventiva. Identificar un basural o cables que chocan con la vegetación, son situaciones que pueden parecer irrelevantes, pero al trabajar con la comunidad no son difíciles de identificar y abordar, lo que haría un cambio crucial en materia de reducción del riesgo de incendios. Esta perspectiva refuerza las capacidades de las comunidades, en vez de potenciar su vulnerabilidad.

Katherine Campos Knothe

Socióloga e Investigadora Cigiden

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