Discurso de Naranjo

SEÑOR DIRECTOR
Potenciar nuestras habilidades comunicativas e influencia al momento de ofrecer un discurso, es un verdadero arte. Algo que, al parecer, el diputado del PS, Jaime Naranjo, no plasmó en su intervención con su texto de 1.300 páginas y 15 horas de alocución en el marco de la acusación constitucional contra el Presidente Piñera.
Desde la oposición, hablan de “estrategia”. ¿Cuál? ¿Dilatar y extender estérilmente la intervención para dañar la institucionalidad? Más allá de si este texto acusatorio prosperará en el Senado, la señal que se entrega a la ciudadanía tiene una connotación negativa por una notoria falta de profesionalismo.
Naranjo cometió errores de manual porque no es tan importante lo que dices, sino cómo lo dices. Nunca se tiene la oportunidad de causar una segunda primera impresión.
El escritor español Baltasar Gracián, que cultivó la prosa didáctica y filosófica, decía: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. En este sentido, la gestión del tiempo en la tribuna de un discurso es una clave del éxito. Y no olvidemos que, para cautivar a las audiencias con eficacia, debemos prestar atención a criterios fundamentales para transmitir un mensaje, como lo son el vocabulario; la claridad y concisión; la sintaxis; la densidad informativa, el orden y la estructura.
Hay una gran diferencia entre “tener algo que decir” y “tener que decir algo”, como señalaba el filósofo y pedagogo John Dewey.
Nicolás Ward Edwards
Periodista y Máster en Dirección de Comunicación Corporativa
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