¿Dónde está Mario Marcel?
Es una pregunta al menos justa y necesaria. El ex ministro de hacienda del gobierno de Boric decidió dejar el barco antes de que este se hunda. Le interesaba “salvar el pellejo”. Ciertamente el gobierno no lo ha hecho bien por múltiples razones, pero lo que complica la realidad de los chilenos es la falta de rigurosidad y responsabilidad económica que hoy tiene a Chile al borde de la banca rota. Sin plata nada se puede hacer y los sueños de muchos quedan, sin duda, postergados. Mario Marcel es a todas luces el gran responsable.
Se lo vendió como “la seriedad del gobierno”, venía del Banco Central en el que había realizado una buena gestión. Claramente, en un organismo altamente regulado no podía mostrar sus verdaderos “dientes”. Era más socialista de lo que se pensaba, estaba empapado de marxismo, como tantos, y no nos olvidemos, llamó a votar “apruebo” en el texto refundacional de corte “lunático”. No era cuerdo, nadie que apoyara ese nivel de locura puede serlo.
Marcel le dejó “la casa muy desordenada” a su sucesor, Nicolás Grau. El nuevo timonel de hacienda se impresiona de que no le aprobasen las partidas del presupuesto y dice “sin que se le mueva un pelo”, que pensaba que era “bluff”. Creía que era una “fanfarronada” es decir, una acción intimidadora hecha por quien no cuenta con los medios para cumplir su amenaza. La Amenaza se cumplió porque primó el sentido de responsabilidad. Todo está mal hecho y mal calculado. Pero este revés no es sólo culpa de Grau, quien tiene varios “chascarros contables” en el pasado, la culpa de la situación actual de Chile es de la administración Marcel. El sabía del desastre y de la posibilidad de un revés por lo que prefirió abandonar el barco para intentar salvar a su persona. Lo cierto es que es de público conocimiento que Chile perdió su austeridad fiscal, ya no se condice el gasto permanente con el ingreso permanente. Ciertamente el gasto se ha disparado más allá de lo prudente y la deuda ha aumentado mucho más allá de lo deseable, incluyendo deudas no registradas. Se ha gastado como “país en guerra” sin que medie ninguna catástrofe. Los ingresos, no fueron los que proyectaron, porque calcularon mal. Todo esto es insólito para Chile, que había sido siempre visto como un ejemplo a seguir en austeridad y responsabilidad fiscal. Lo cierto es que el gobierno de Gabriel Boric y la administración de hacienda de Mario Marcel no pasaron la prueba y hoy “le hacen un pase con la pelota reventada” a Grau. Se gastaron los ahorros de Chile sin pandemia ni terremoto. Prometieron y gastaron a destajo. Hoy es evidente que hay que ajustar.
Los recortes son necesarios y en gran medida la carrera presidencial ha estado centrada en exigir a los candidatos de donde van a ahorrar. Lo cierto es que no importa de a donde, usando la escala de prioridades, lo que no se puede cortar y lo que hay que postergar, simplemente hay que ajustar. De lo contrario el barco se hunde. De hecho, nadie se pregunta de dónde van a sacar los dineros de las promesas imposibles de cumplir. El FES es un ejemplo de ello, no sólo un deseo irresponsable imposible de financiar, sino que injusto de intentar hacerlo. Se castiga a los que cumplen y se premia a los morosos.
Grau heredó “el pastel” que Marcel dejó y que abandonó para que no lo vincularan a su persona, pero es importante no olvidar que es el responsable. Grau ha tenido que responder por la eliminación de la “Glosa Republicana”, fondo de libre disposición que un gobierno le deja a otro para que el entrante pueda hacer cosas específicas que marquen la línea de ese nuevo gobierno. La eliminaron para no dejarle holgura a los entrantes deja claro que saben que será de derecha. Cortaron los subsidios habitacionales, es decir recortaron beneficios sociales, lo hicieron para que la “bomba” le reviente al próximo gobierno. Hoy Grau dice que repondrá esos recursos. Lo pillaron y no “suena bien”. El punto es que no tienen la plata, ¡no hay plata! Marcel se la gastó. La gran pregunta es ¿dónde está “el irresponsable”?, ¿dónde está el que dilapidó recursos del país?, ¿dónde está quien destruyó la confianza institucional?. Su falta de rigor no le puede salir gratis. Aunque se haya bajado del barco merece “ahogarse”, simplemente es impresentable e incontratable. Ojo a quienes se dicen serios, Marcel es un nombre “quemado”. Seguro buscará organismos internacionales, eso hacen los “quemados”, lo que demuestra que allí terminan los que no hacen bien “la pega”. Concluya usted si son realmente instituciones serias.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.
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