El desafío de Jadue



Por Eugenio Rivera, Fundación Chile21

La excelente gestión del alcalde Daniel Jadue y su buen desempeño en las encuestas lo ha colocado como alternativa presidencial. No bastan, sin embargo, esos antecedentes para la construcción de un liderazgo nacional. Se requiere una narrativa sobre cómo hemos llegado a donde estamos, sobre las responsabilidades políticas de los eventuales aliados, pero también de la propia corriente y contribuir a resolver los problemas que enfrenta la oposición.

En diversas entrevistas el alcalde es ágil para criticar a los otros, pero no tanto para evaluar los desempeños propios. Respecto de los últimos 30 años, es válida la crítica respecto del divorcio entre la política y la ciudadanía, pero ello es responsabilidad de todas las corrientes políticas, incluido el Partido Comunista (PC), que solo logró cierta relevancia al participar en la Nueva Mayoría. No cabe tampoco acusar, sin más, de anticomunismo a sus críticos y olvidar que ese concepto se usó para defender al estalinismo en la URSS y a las invasiones soviéticas de Hungría y Checoslovaquia, entre otros hechos. La clara toma de posiciones respecto de regímenes como el cubano o el venezolano no es relevante solo desde el punto de vista de la solidaridad con las luchas populares en el continente, sino que también porque contribuye a aclarar su posición respecto de la democracia y del nuevo modelo de desarrollo, cuestión que pierde credibilidad si se elude la evaluación de la gestión económica catastrófica de Maduro.

Se requiere contribuir a la reconstrucción de la relación entre la política y la sociedad; asumir un liderazgo en el proceso constituyente originado en el acuerdo del 15 de noviembre que canalizó las movilizaciones del 18 de octubre, y del cual el PC se restó. El estallido social y la crisis global que vivimos hacen necesario un programa innovador. Finalmente, es clave la contribución para la (re) construcción de la unidad de la oposición lo cual requiere capacidades especiales de gestión e interlocución políticas.

Las izquierdas carecen hoy de un discurso sofisticado y atingente que les permita comprender políticamente el tiempo presente similar a lo que Hugo Eduardo Herrera decía de la derecha. No disponemos todavía de una lectura del estallido social ni del acuerdo del 15 de noviembre ni de una evaluación en serio de los problemas que tuvo el segundo gobierno de Bachelet al introducir cambios históricos de gran relevancia. Es la crisis intelectual del centro y la izquierda lo que permite que el alcalde Jadue con cierta actitud olímpica, enjuicie la historia política de los últimos 30 años, sin abordar las razones por qué el PC se sumó solo al final al plebiscito del 88 y por qué el gobierno de Bachelet II hizo las cosas que el PC valora habiendo sido esa organización minoritaria en la coalición, entre otras.

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