El desfonde del rechazo



Por Carlos Ominami, economista

Si nunca tuvo demasiados adeptos, en las últimas semanas la opción rechazo parece desfondarse. A la UDI, el gran baluarte del rechazo, le entró agua por los cuatro costados. Joaquín Lavín, su gran figura presidencial, se declaró partidario del “Apruebo”. Pablo Longueira, el más emblemático de sus dirigentes, sorprende llamando al gobierno a tomar la misma opción. Evelyn Matthei, súbitamente transformada en precandidata presidencial, se resiste a declarar su preferencia y Jacqueline van Rysselberghe, presidenta del partido, desliza que podría incluso terminar no votando. Por su parte, Evópoli optó por la libertad de acción y RN asumió formalmente la existencia de una importante división interna.

Las tropas del rechazo se han ido raleando y solo subsisten incólumes los núcleos pinochetistas más irreductibles organizados en torno al Partido Republicano. Así, es bien difícil que se acerquen al 43% del Sí en 1988.

Sin duda, es una buena noticia que el “Apruebo” se imponga por un muy amplio margen. Fortalece el proceso constituyente. Sin embargo, no hay que ser ingenuos. Como lo dice abiertamente Longueira, se trata de “licuar” el triunfo, de despojarlo de su contenido transformador, de convertirlo en un resultado insípido en el que, como todos ganan al final no gana nadie. Esta estrategia es un clásico: “si no puedes con tu enemigo únete a él”. Sin sectarismo ni soberbia, a Longueira hay que decirle: “no me ayude compadre, si se quiere subir al carro ganador, hágalo, pero calladito y no se le ocurra presentar como suyo un triunfo que no le pertenece”.

Consciente de la mayoría a favor del “Apruebo”, el gobierno se ha declarado neutral, pero ha hecho bien poco por el éxito del plebiscito. Dilató semanas un pronunciamiento frente a los requerimientos del Servel, para terminar pretextando falta de tiempo para introducir adecuaciones necesarias para un plebiscito seguro. Desde que se corrió para octubre el plebiscito fijado para abril, había tiempo para analizar otras experiencias de elecciones en pandemia y sacar las lecciones pertinentes. No lo hizo.

Faltan solo 50 días. Es crucial para Chile y su democracia que el plebiscito sea un éxito. Estamos todavía a tiempo para convertirlo en una gran cruzada republicana. Es fundamental para ello que el gobierno despeje las dudas sobre su interés en el éxito de la consulta. Para ello no basta con las palabras del Presidente. Se requieren decisiones concretas como: poner a disposición del Servel y los municipios todos los recursos necesarios, ampliar la autoridad sanitaria para garantizar total neutralidad y transparencia en las decisiones que afecten al plebiscito, definirlo como de interés público para que los canales de TV realicen una gran campaña de información, financiar la gratuidad del transporte público el 25/O y dictar normas que eviten la manipulación de la opinión pública en redes sociales.

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