El día después
La pregunta del día de hoy no es solo quién ganará. Tampoco cuánta gente participará, o quién sale en qué lugar y por cuántos votos. Todo eso es importante, pero la pregunta que quedará para el momento siguiente al de conocerse el nombre de quién gane la primaria de hoy es si habrá o no coalición oficialista unida después de esto por el próximo periodo. Si la centroizquierda socialdemócrata, el FA y el PC, y eventualmente la DC, podrán estar bajo un mismo techo coalicional en el futuro, o no.
Todos los partidos respetarán, de seguro, que la primaria es vinculante y que quien resulte electo contará con el apoyo de los otros partidos. El punto es si ese apoyo de las autoridades de los partidos podrá hacer que se movilicen los simpatizantes o cercanos a esos mundos. ¿Por qué? Porque las heridas que han dejado estas primarias han descosido el tejido intraoficialismo, eso es evidente. O han desnudado el poco pegamento que había.
En estas primarias no solo ha sido sorpresivo cómo la ventaja de Tohá se fue diluyendo (en las encuestas al menos, hoy veremos si en la realidad), haciendo crecer a la exministra PC Jeannette Jara, que se define hoy como de “centroizquierda”. Eso es llamativo: ahora parece que todos son socialdemócratas, hasta el PC… Lo más llamativo no es eso, sino el nivel de tensión que se ha suscitado entre las candidaturas. Uno de los legados que quiere dejar la presidencia de Boric es, justamente, que la coalición de centroizquierda e izquierda que gobierna hoy se mantenga unida después de que pase su gobierno, bajo un paraguas político e ideológico que sea capaz de aunar en la diferencia. Recordemos que en la última elección se rompió la viga maestra de la transición y de los 30 años, la unión del centro y la izquierda. Provoste, la candidata del sector del Socialismo Democrático y de la DC luego de una deslucida primaria, no fue apoyada luego, en la realidad, por el PS. La sopaipilla de Boric con Paula Narváez habló más que el discurso de los presidentes de partidos. La DC no fue invitada al gobierno. Y el PPD primero fue vetado por AD y luego se lo integró como anillo periférico.
Tras la debacle del 4S, Boric definió la integración masiva de la centroizquierda en su gobierno. No le quedaba otra, opinan los más escépticos, quienes ven allí solo una movida táctica. Otros ven ese movimiento como estratégico y de convicción de largo plazo, no sólo por salvar su gobierno, o como bastones de apoyo. A los socialistas democráticos les ha dado sendas responsabilidades: pasaron del anillo de afuera al del centro. Y, tras gobernar cuatro años, con minoría en el Congreso, se suponía que ese proyecto de unión había avanzado. La primaria conjunta iba a solidificar eso. Pero, al contrario, esta ha remecido el “affectio societatis”, el ánimo de ser socios. Algunos botones de muestra ya son virales: el spot de La mesa del Poder, la frase de Landerretche de que ojalá el FA no vuelva a convertir el país en infierno, la nota roja y las críticas que le hizo Jara a Tohá en seguridad y el video PS en modo “intensamente”, en que dice que Tohá no es una “alumna en práctica”.
Se han ido abriendo heridas que, se supone, estaban más cerradas. Han emergido con fuerza no solo diferencias ideológicas -que obviamente las hay-, sino dudas hasta de la voluntad de estar juntos.
El periodista Thomas Friedman dice que las elecciones hay que analizarlas el día después del día después. Y la pregunta entonces será: ¿Existirá aún esta coalición sin nombre?
Tohá tendría que hacer una cuadratura de círculo bien difícil para pedirles que voten por alguien que, a su juicio, tiene un programa Kirchnerista (las cifras de inflación y de debacle económica de esos gobiernos son para espantar a cualquiera). Jara ¿podrá movilizar al PC, con Jadue ninguneando y burlándose de Tohá? Winter, ¿cómo lo hará para llamar a votar por a quienes identifica con La Mesa del Poder noventera? ¿O por Jara, una candidata que, él mismo ha dicho, no puede contestar quién ganó la elección de Venezuela?
Que el centro y la izquierda estén juntos le ha dado estabilidad a Chile, fue un factor clave en la salida de la dictadura y en la transición a la democracia. Lo ha sido también en este periodo. Pero proyectarlo más allá requiere un espacio común no solo basado en el miedo a que gane el adversario político. Funcionó en la elección pasada, pero cuatro años después ya no parece rendir. Ni al PC ni al FA ni al Socialismo Democrático les alcanza para gobernar solos, pero la pura necesidad, el puro miedo, son pegamentos insuficientes e inestables.
Que el progresismo pueda ofrecer un proyecto unitario, consistente y meridianamente atractivo para una mayoría de los chilenos, en medio de una oleada de ultraderecha en el mundo, depende en parte de la habilidad de quién gane hoy, pero sobre todo de que todos puedan reconocerse en un domicilio político común.
Lo último
Lo más leído
1.
2.
3.
6.