El momento constituyente

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Foto: AgenciaUno


En normalidad las normas son la medida de los hechos. Discutimos las normas porque de ellas depende lo que ocurra en el mundo de los hechos. Las normas son dictadas por poderes constituidos, es decir por poderes también creados por normas, y así especificados, regulados, limitados, relativizados, etc. El 18 de octubre irrumpió, negando las condiciones de vida actual (en este sentido demandando unas nuevas), lo que la teoría constitucional llama "poder constituyente". Este poder es una magnitud real, no conferido por normas ni limitado, regulado y relativizado. Es irrelevante que su acción sea calificada de "ilícita", y lo que produce no puede ser "nulo".

La irrupción de un poder constituyente invierte la relación entre hechos y normas: los hechos son la medida de las normas.

El acuerdo parecía haberlo entendido. Incluía un plebiscito que antes era un "atajo raro", y una convención íntegramente elegida que discutiría desde una hoja en blanco. Así abría un camino que podía llevar a una genuina nueva Constitución.

Las cosas parecieron cambiar poco después. Andrés Allamand negaba el contenido constituyente del acuerdo, que solo permitiría cambiar lo que la derecha permitiera (esa es, por cierto, la enorme diferencia que hay entre 2/3 para una reforma constitucional y 2/3 desde una "hoja en blanco"). La comisión técnica introdujo nuevos condicionamientos, relativizaciones, normaciones y limitaciones escritas con una lógica propia de lo constituido.

Esto es un error: el acuerdo debe ser capaz de canalizar un poder constituyente que ya ha surgido y que busca manifestarse. Si lo logra, se manifestará sin causar más daño y disrupción de la que ya hay. Si no lo logra, también se manifestará constituyendo, pero lo hará de cualquier modo, causando mucho más daño y disrupción. Por cierto, esto no depende de que una norma lo ordene. Como Chile no necesitaba la autorización de una norma para despertar, el poder constituyente no esperará la autorización de una norma para manifestarse, porque no es el tipo de cosas que esté vinculado por normas. De lo que sí depende es de que el poder constituyente vea un camino adecuado. Fracasará si ve en vez un intento de neutralización, en que la "clase política", "los políticos" buscan, mediante "letra chica", proteger el statu quo.

La cuestión es cuesta arriba, porque el acuerdo debe ser hecho creíble por una "clase política" que ha perdido toda la credibilidad que alguna vez tuvo. Lo único que puede legitimarlo es su contenido. El plebiscito y la hoja en blanco fueron fundamentales al principio. Hoy lo que resultará decisivo serán las condiciones de elección de la convención constitucional. De las decisiones que al respecto se tomen dependerá que el poder constituyente se manifieste pacífica y democráticamente o solo después de una crisis política que afectará el desarrollo del país por una generación. Este es el momento en que cada uno deberá asumir su responsabilidad ante la historia.

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