El único salvavidas: voluntad política



SEÑOR DIRECTOR:

Como organismos que colaboramos con el Estado en la protección de la infancia y adolescencia vulnerada, llevamos años golpeando puertas y a pesar de que todos coinciden en el diagnóstico de la grave crisis que enfrenta el sistema, pasa el tiempo y no hay respuestas.

Las residencias aprendimos a vivir en una urgencia constante, que se arrastra hace décadas, pero que hoy con los cambios que ha experimentado el país, migración, narcotráfico, delincuencia de por medio, ha llegado a un nivel insostenible. Como relata el reportaje “La promesa rota de Mejor Niñez” del domingo recién pasado, es un problema multifactorial. No podemos responsabilizar solo al Servicio Nacional de Protección Especializada a la Infancia y Adolescencia de esta realidad, o como lo hicimos antes, usar al Sename como chivo expiatorio.

El punto de inflexión solo podría llegar con la voluntad política para que los distintos poderes del Estado prioricen la cruda realidad de las niñas, niños y adolescentes que la sociedad prefiere no ver. Para que la salud pública les ofrezca atención en salud mental, para que el sistema educacional no los discrimine, para que puedan optar a programas de desintoxicación, para que los vecinos no los echen de sus barrios, para que se vinculen con la comunidad, para que el Estado no los siga vulnerando.

Darles una oportunidad real de reparar sus trayectorias de daño es un trabajo, que en este punto y a pesar de toda la vocación de los equipos, ya no podemos seguir haciendo solos. Necesitamos al Estado, a los privados y la sociedad civil.

Érica Ponce Figueroa

Directora ejecutiva Fundación Niño y Patria

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