Opinión

Elección presidencial a seis años del 18-O

Luis Quinteros/Aton Chile LUIS QUINTEROS/ATON CHILE

La proximidad de otro aniversario del “estallido social” y la elección de un nuevo Presidente permiten hacer todo tipo de preguntas impensables tiempo atrás. Para empezar, está visto que a la izquierda el 18-O ya no le sirve. Si en su momento los izquierdistas contaban con el revuelo que produjo el levantamiento, hoy cargan con la cuenta impaga que intentaron endosarle a la derecha. Es más, la izquierda aparece siendo maestra en agitar, nula en gobernar, habiéndose aprovechado obscenamente del poder y agravando la situación del país y de los más necesitados.

Peor aún, si se aprovecharon de la violencia, y ello les sirvió para llegar al poder. El gobierno actual ha tenido el control del Estado y, sin embargo, no se ha avanzado un ápice en aclarar el origen de este embrollo mayúsculo. ¿Quién quemó el Metro? ¿Quiénes manejan la red de activistas detrás del deterioro del Instituto Nacional? Militantes comunistas dirigen el Mineduc: ¿qué han hecho para averiguar por qué el activismo proveniente de fuera no cesa en los liceos? No lo pregunto retóricamente; es su responsabilidad detener el desgaste institucional, como autoridades a cargo. ¿O este gobierno ha pretendido archivar el “estallido”? Los motivos del alzamiento siguen vigentes, pero Boric no ha enfrentado nada parecido a lo que azotó a Piñera. ¿Suerte la suya o es que la “espontaneidad” de las protestas sólo opera cuando gobierna la derecha? Que, si es el caso, sostener que no hubo agencia detrás del 18-O es una patraña.

También puede que el 18-O no sea lo más bajo a lo que podemos caer como país. La Constitución de Pinochet y Lagos sigue vigente y, si bien parece que vivimos en un Estado fallido, seguimos funcionando. Claro que lo que se pedía era una asamblea constituyente y tuvimos dos fracasos. Por otro lado, Haití algo funciona, lo suficiente como para no desaparecer del mapa. Y al narcotráfico le conviene tomarse el Estado tanto como a la izquierda; tratándose de parásitos, a ambos les conviene vivir a costa de un organismo enfermo.

¿Y qué puede ser peor que el 18-O? Que el narco maneje a políticos y no sea sólo un peligro para la seguridad; que aparezcan grupos armados políticos; que surjan olas de magnicidios, una guerra civil, una dictadura militar. Es decir, nada que no pueda ocurrir. No seamos ingenuos. El país está crónicamente dañado. Así y todo, Matthei pretende restaurar el mundo feliz de antes del 18-O, uniendo fuerzas con exconcertacionistas que han vuelto a fracasar, junto a comunistas y frenteamplistas. Y es posible que los republicanos, al igual que los frenteamplistas, estén en lo correcto: que no es cierto que los 30 mejores años de nuestra historia fueron los del consenso entre izquierda y derecha. En fin, si en algo sirve esta elección, es confirmar que la transición terminó y no muy bien.

Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador

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