Opinión

Encrucijada ante el panorama económico

Actualmente, el presidente del Banco Central es elegido por el Presidente de la República.

En su más reciente informe de las finanzas públicas, el Ministerio de Hacienda corrigió a la baja su proyección de 2019, reafirmando la estimación que había dado el propio Presidente de la República. En paralelo, el Banco Central publicó la Encuesta de Expectativas Económicas que por sexto mes consecutivo rebajó la percepción del mercado sobre el desempeño de la economía para este 2019, situando el crecimiento de este año en un magro 2,8%.

En este aparente divorcio entre las cifras privadas y las cifras oficiales -situación para nada nueva y que se ha vuelto una constante en los últimos años-, los datos recientes parecen jugar a favor de los analistas privados. Las cifras de comercio exterior, publicadas la semana anterior por el Banco Central, revelan dos verdades ineludibles: la guerra comercial está teniendo efectos evidentes en la evolución de nuestros productos de exportación y la demanda interna se está desacelerando más de lo esperado en el margen. Las exportaciones registraron en el segundo trimestre una caída interanual en valor de 8% -en las que además de los ruidos externos influyó la huelga de Chuquicamata- y anotaron su peor desempeño desde comienzos de 2016. Por su parte, las importaciones cayeron en valor 7,3% en el segundo trimestre, las que además de reflejar caídas en la importación de hidrocarburos ante menores precios -lo que juega a favor de la actividad local- registraron una fuerte caída de las importaciones de bienes de consumo (9,3% en relación al segundo trimestre de 2018), signo evidente de un dinamismo más débil de la demanda interna.

Mientras tanto, las expectativas de los agentes privados parecieran no repuntar. La confianza de los consumidores completó en junio casi un año en la zona de pesimismo, llegando a su nivel más bajo en 27 meses. Por su parte, la confianza empresarial se acerca peligrosamente al umbral que marca la zona pesimista, sostenida solo por el sector minero, que al excluirlo, deja al resto de los sectores hace meses en terreno negativo.

El debate inoficioso sobre el crecimiento de este año parece, entonces, comenzar a zanjarse. La verdadera discusión en materia de proyecciones debe transferirse al crecimiento de 2020 y será aquí donde la actual administración podría redimirse -en parte- con el mercado. El tercer año de gobierno se beneficiará de los efectos de una política monetaria más expansiva, de la implementación del plan de infraestructura pública y de la puesta en marcha de diversos proyectos de inversión privados ya comprometidos, además de la base de comparación menos exigente que dejará este año, sobre todo para el primer semestre. Si además acompaña el panorama externo, con un eventual acuerdo -aunque temporal- entre Estados Unidos y China -situación para nada descartable debido al periodo electoral norteamericano y la necesidad de su presidente de evitar una crisis económica-, la actividad chilena bien podría romper la inercia reciente y converger -o incluso superar- su actual nivel de crecimiento potencial.

Más sobre:Editorial

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Oferta especial vacaciones de invierno!

Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE