Espejismo de la expertocracia



SEÑOR DIRECTOR:

Pocas son las certezas que tenemos acerca del nuevo proceso constituyente. Sin embargo, hay una idea que parece estarse convirtiendo en la única. Y es que en el actual clima se ha instalado la idea de que la instancia que elabore la nueva propuesta de texto constitucional debe tener una fuerte presencia de expertos. El riesgo de esta (re)emergencia tecnocrática es que caigamos en el espejismo de la expertocracia. Es decir, de la simplicidad de creer que la preponderancia de lo experto frente a la deliberación democrática pueda garantizar por sí solo resultados.

¿Por qué se han revalorizado nuevamente los saberes expertos? Aunque sorprenda, hay ciudadanos —según algunas encuestas— que, desencantados con el proceso constituyente anterior y con síntomas claros de fatiga constitucional, quieren participar menos, no más, y dejar un buen número de decisiones en manos de expertos. El hecho que las personas aparentemente accedan a subordinarse a la autoridad de los expertos se explica como resultado de las nuevas complejidades que se nos presentan y sobre todo por la convicción acerca de una cierta facticidad de los procesos sociales que hace ver a la deliberación política como poco efectiva para enfrentar los nuevos problemas y desafíos de sociedades cada vez más complejas.

Estamos frente a una contradicción: cargamos con la frustración del proceso constituyente fallido y por otro, simultáneamente, se considera como salida aceptable la de que alguien de quien no sabemos, y que no es responsable ante nosotros tome las decisiones que considere oportunas sobre nuestro futuro. El elemento más llamativo de esta contradicción es que no se percibe que esta preponderancia de lo experto frente a lo democrático vaya a traer resultados visibles por el solo hecho que se imponga la legitimidad “profesional” o “técnica” a la legitimidad de la deliberación política.

Para evitar caer en el espejismo de la expertocracia tenemos que reconocer que las soluciones simples a problemas complejos por mucho que provengan desde los expertos no son garantía para resolver problemas. La naturaleza del problema constitucional nos va a exigir rebajar un poco la dimensión competitiva de la política, fortalecer su dimensión cooperativa y no apostando únicamente a los saberes expertos.

Marco Moreno

Académico Esc. de Gobierno UCEN

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