Estrecha disputa electoral en Estados Unidos

Kamala Harris Donald Trump

El debate presidencial confirmó que la contienda está abierta y si bien los recientes sondeos favorecen levemente a Harris, no hay que olvidar que en las últimas dos elecciones estas mediciones subestimaron el apoyo a Trump.



La campaña electoral de Estados Unidos entró en sus últimos 50 días, marcada por los efectos del debate presidencial del martes pasado, el único contemplado hasta ahora entre el ex presidente Donald Trump y la actual vicepresidenta Kamala Harris. Un enfrentamiento que según coincidieron los principales analistas estadounidenses y ratificó un sondeo posterior de la cadena CNN mostró a una candidata demócrata más preparada y con un objetivo claro, que aprovechó sus 90 minutos en el estrado del National Constitution Center de Filadelfia para presentarse ante una audiencia para la cual aún seguía siendo en parte una incógnita en comparación con su rival republicano. El ex mandatario en cambio enfrentó críticas y estuvo lejos del rendimiento de otros debates.

Pero más allá de la incidencia que el encuentro tendrá o no en la preferencia de los votantes -el efecto de los debates tiende a ser marginal-, es un hecho que la irrupción de Harris en la campaña cambió los términos de la disputa y volvió a poner en competencia a un Partido Demócrata que con el Presidente Joe Biden como abanderado parecía incapaz de contrarrestar el impulso de su rival. Hoy las apuestas, que son siempre un indicador del clima de la carrera presidencial, pasaron de inclinarse mayoritariamente por un triunfo del republicano –en julio pasado favorecían en 64% a Trump- a beneficiar levemente a la candidata demócrata por 51% a 47%. En el promedio de las encuestas a nivel nacional, la vicepresidenta también muestra una leve ventaja de 1,5 puntos.

Sin embargo, en una elección donde lo relevante es sumar los 270 votos en el colegio electoral para ser electo, la clave está en la ventaja que tengan los candidatos en los distintos estados de la unión, en especial, en el caso actual, en siete que determinarán el resultado. Y en ellos, la disputa entre ambos abanderados sigue siendo estrecha y no permite asignar un favoritismo claro a alguno de ellos. En las últimas dos elecciones en las que participó Trump, la diferencia entre él y su rival demócrata duplicaba la que hoy muestran los sondeos. A esta altura de la campaña de 2016, por ejemplo, Hillary Clinton lideraba por 4,9 puntos a nivel nacional y por más de cuatro en tres estados decisivos (Michigan, Wisconsin y Pennsylvania). Pese a ello, finalmente perdió la elección.

A diferencia de entonces, el ex presidente no es el outsider de la contienda y la ciudadanía tiene en su mayoría una opinión formada sobre él. Situación distinta a la de su rival, que aparece como la novedad. Harris, además, ha sabido mantener cierta distancia de la actual administración e instalarse como la candidata desafiante y no la incumbente, lo que podría permitirle contener en parte los costos de quienes consideran que el país no va en la dirección correcta (61%), quieren un cambio y no tienen una buena evaluación de Joe Biden (55%). Trump, sin embargo, ha mostrado un apoyo sólido y consistente pese a las acusaciones en su contra, y los sondeos en las dos últimas elecciones subestimaron su apoyo. Por ello, la contienda sigue teniendo un pronóstico reservado.