Evelyn contra Matthei
Si una agencia de marketing político diseñara a un candidato ideal para ganar las elecciones presidenciales, su perfil sería claro. Para enfrentar un gobierno de izquierda impopular, el candidato sería de derecha. Pero no de cualquier derecha: debería provenir de la derecha tradicional de ChileVamos, que ganó con gran ventaja las últimas elecciones locales de 2024. En un país preocupado por la economía y angustiado por la delincuencia, tendría credenciales de eficiente administrador y fama de mano dura en seguridad.
Después que la derecha perdiera las últimas presidenciales por el rechazo femenino a su conservadurismo en temas de género, la candidata debería ser mujer, y evitar los fundamentalismos. Tras la juventud del actual gobierno, tendría que ser experimentada, con una vida en cargos de alta responsabilidad. Y, en un país donde los alcaldes son las figuras más populares y cercanas, debería venir de una alcaldía.
En resumen: la candidata debería ser Evelyn Matthei.
De derecha tradicional, candidata única de ChileVamos, experta en economía, bien evaluada en seguridad, lejana al fundamentalismo religioso, poco doctrinaria en temas de libertades civiles, con 35 años como diputada, senadora, ministra y alcaldesa, y recién salida de un exitoso paso por el municipio de Providencia.
En teoría, Matthei es la candidata perfecta para el Chile de 2025.
En la práctica, su candidatura cruje por los cuatro costados y navega entre crisis y crisis.
¿Qué explica esta paradoja?
Esta semana, Evelyn Matthei lanzó su campaña, pero estropeó el momento con una salida de madre en un punto de prensa. Las críticas a su temperamento arreciaron. Fuera una respuesta al incidente o una coincidencia, su comando publicó su primer spot de campaña.
En el video, el narrador contrapone dos personas, “Evelyn” y “Matthei”. Mientras Evelyn toca el piano, Matthei “tiene mano de hierro contra la delincuencia”. “Evelyn cose sus blusas” y “Matthei arregla las finanzas”. Evelyn “tiene la misma camisa de Shakira”, mientras Matthei “no duda en vestirse de emergencia”.
Es un spot ingenioso, que juega con una de las fortalezas que su comando ve en la candidata: su capacidad para verse simpática y humana, y al mismo tiempo proyectar eficiencia y autoridad.
Pero en este contexto, deja también una lectura inquietante. ¿Cuándo aparece Evelyn, y cuándo Matthei? ¿Cómo sería la presidencia de una política que parece tener una doble personalidad, que la hace mostrarse segura en un momento y llena de dudas al siguiente, simpática en un minuto e iracunda poco después?
Kast y Tohá proyectan todo lo contrario: la certeza de que, guste o no, son lo que se ve, personas de una sola línea. Mientras, Matthei parece una caja de sorpresas.
Lleva tiempo liderando las encuestas, los tres partidos de ChileVamos se pusieron a sus órdenes sin chistar, el poder económico está resueltamente de su lado, tiene un ejército de senadores, diputados, alcaldes y concejales a su disposición, y campo libre para armar equipos y diseñar su estrategia como le plazca.
Y sin embargo su campaña es un caos.
Tras ser proclamada por la UDI, RN y Evópoli, cayó en cuenta de que le convenía más ir a una primaria. En una operación cantinflesca, intentó levantar una elección trucha con candidatos inventados a última hora. La movida no resultó, y dejó al sector conmocionado. ¿Qué estaba pasando en el comando de la candidata?
Preocupada de perder el voto de derecha a manos de Kast y Kaiser, propuso reinstalar la pena de muerte, una medida demagógica rechazada por todos los expertos en la materia, incluidos los de su propio comando.
Habló de muertes inevitables al referirse a los 50 años del golpe y la represión contra chilenos en 1973. Y, cuando el presidente Boric anunció que convertiría a Punta Peuco en un penal común, pisó el palito: dijo que, de llegar a La Moneda, “no cuesta nada revertir” esa medida.
En esos temas, Kast salió jugando. Dijo que rechaza la pena de muerte por principios, ya que defiende la vida, y que no iba a referirse al anuncio de Boric, sino a sus propias propuestas en materia carcelaria. Ante una candidata impulsiva, se mostró sereno y estratégico.
Matthei, en cambio, siguió escalando el conflicto. Intentando ser la más dura contra el gobierno, interrumpió a su jefe de campaña, desautorizándolo, y mandó a callar a la vocera, algo bastante absurdo (el trabajo de la vocera de gobierno es, precisamente, el que su nombre especifica).
No es un problema de carácter o de temperamento, sino de estrategia. Desde sus derrotas en la primera vuelta presidencial de 2021 y en la elección de consejeros en 2023, la derecha tradicional quedó aterrorizada de ser desplazada por la derecha radical.
Ese miedo debió disiparse con la elección de alcaldes y gobernadores, donde ChileVamos arrasó y demostró que tenía todo para ganar esta presidencial.
Pero, incomprensiblemente, Evelyn Matthei sigue vacilando. Un día se muestra como la eficiente exalcaldesa. Al día siguiente, aparece como la política radical que considera inevitable el asesinato de compatriotas, coquetea con la pena de muerte, y defiende a violadores de derechos humanos.
Al disfrazarse de radical, Matthei ha regalado la ventajosa posición que tenía al comenzar la campaña. Kast ha recogido el obsequio, y ha crecido mostrando un tono más propositivo y tranquilo.
Para muestra un botón. En la última encuesta Datavoz, Matthei perdió a manos de Kast la primera posición en “liderazgo político positivo”. En enero, lo duplicaba en esa categoría. Hoy, el republicano la supera por cinco puntos.
Evelyn Matthei sigue siendo la favorita para ganar. Pero ya se le acaba el margen de error. Tiene que decidir de una vez por todas si quiere volver a ser la candidata que representaba un cambio confiable, o si persistirá en su estrategia suicida de mostrarse como la más extrema.
Evelyn tiene todo para ganar, pero su gran adversaria es Matthei. O viceversa. No se entiende muy bien.
Lo último
Lo más leído
1.
5.