Exceso de confianza

Los meses de marzo y abril de este año vieron movimientos significativos de ida y vuelta entre instrumentos de inversión de renta fija y renta variable. Muchos buscaron refugio esperando el momento exacto para volver al mercado. Otros se cambiaron del fondo A al fondo E.



Hace unos días se publicó el resultado de la última encuesta que hizo CADEM. En ella se les preguntaba a las personas sobre la valoración de las precauciones que estaban tomando para prevenir el Covid-19. Prácticamente todas las personas encuestadas (el 96% para ser precisos) cree estar tomándose suficientemente en serio la enfermedad, y a la vez un 85% de los mismos encuestados piensan que el resto no se está preocupando lo suficiente. Bastante contradictorio.

Una valoración desproporcionada de nuestras capacidades para prevenir un virus nos puede llevar a esa falsa sensación de seguridad, que al final puede provocar que nos enfermemos. Algo parecido pasa frecuentemente con los inversionistas.

Los meses de marzo y abril de este año vieron movimientos significativos de ida y vuelta entre instrumentos de inversión de renta fija y renta variable. Muchos buscaron refugio esperando el momento exacto para volver al mercado. Otros se cambiaron del fondo A al fondo E. En esto en Chile no somos una excepción, sino que es algo que se repite en distintos países del mundo.

¿Con qué resultado? La consultora estadounidense Dalbar emite periódicamente un reporte llamado Quantitative Analysis of Investor Behavior (QAIB). En este se mostró que, en los primeros cuatro meses de este año, el inversionista promedio estadounidense que invierte en acciones perdió 12,5%, mientras que el S&P 500 “sólo” perdió un 9,2%. Un 3,3% de diferencia en sólo cuatro meses.

Esto no sólo ocurrió en este periodo puntual de volatilidad. En ese reporte se muestra que, en los últimos 5 años, el mismo inversionista medio estadounidense que invierte en acciones, obtiene prácticamente la mitad del retorno que el principal índice accionario de ese mercado, el S&P 500.

¿Cuál es la razón? Simple, el inversionista medio vende baratas sus inversiones cuando estas tienen caídas abruptas y las vuelven a comprar caras cuando suben y las aguas están más calmadas. No tomaron decisiones acertadas respecto al momento correcto para entrar o salir del mercado y, en promedio, están peor que el inversionista que no hizo nada.

Los seres humanos solemos ser víctimas del exceso de confianza. Creemos tener un mejor olfato para saber cuando refugiarnos y cuando arriesgarnos, pensamos que en nuestro cerebro vive uno de los mejores asesores del mercado y que este nos avisará con precisión quirúrgica cuando cambiarnos de multifondo.

La evidencia no apoya nuestro habitual exceso de autoestima y confianza a la hora de invertir. Tampoco a la hora de cuidarnos para prevenir la expansión de un brote de Coronavirus.

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