Expectativas ante crecimiento económico



Las cifras de actividad de noviembre, dadas a conocer a comienzos de esta semana, sorprendieron favorablemente al mercado. El Imacec anotó un crecimiento de 3,1%, casi un punto por encima de las expectativas del mercado, que anticipaban un noviembre más débil en términos de actividad. La prudencia exige no sobrerreaccionar con los datos mensuales, pero lo cierto es que éste en particular tuvo un sabor especial, porque apuntaló el crecimiento del año, dejando a 2018 -con alta probabilidad- con un crecimiento de 4%, una meta anhelada por la actual administración.

Es destacable que en 2018, la economía chilena haya logrado dejar atrás un cuatrienio para el olvido y haya superado todas las expectativas, las que en promedio,a fines de 2017, anticipaban un crecimiento en torno al 3%. También es valorable que un componente clave del crecimiento -la inversión- haya cerrado el 2018 con una tasa en torno al 6%, aunque todavía exhiba niveles por debajo de lo alcanzado en 2013.

Sin embargo, existen fundadas razones para contener la euforia. La percepción de los consumidores lleva cuatro meses en terreno pesimista y en el último bimestre se sumó la confianza empresarial, que cayó por debajo del umbral que marca el optimismo, luego de 10 meses ininterrumpidos en zona positiva. Estos resultados sugieren que en los próximos meses la actividad económica podría decepcionar al mercado, sobre todo durante el primer semestre, ya que además de la alta volatilidad que está reflejando la economía internacional, deberá enfrentar una base de comparación muy exigente.

Un primer semestre más débil será un factor que previsiblemente contribuirá a aumentar la desafección incipiente que parece estar mostrado el mundo empresarial con la actual administración. El sector privado ve con cierta impaciencia la demora que han tenido proyectos estructurales para apuntalar la economía, entre los que se cuentan la reforma tributaria, la modernización del código laboral, la reestructuración del servicio de evaluación ambiental, la reforma de pensiones y el sistema de capacitación. El gobierno ha dilatado la tramitación de varias de estas iniciativas esenciales; muchos se preguntan entonces si en un escenario más adverso en lo político, la actual administración será capaz de sacar adelante estos proyectos, sin sacrificar la esencia de su diseño original.

El gobierno debe esforzarse por mantener en alto las expectativas del sector empresarial, evitando que éstas sigan deteriorándose con los consiguientes efectos en la actividad en el corto plazo, y para lograrlo necesita establecer acuerdos con una oposición cada vez más desafiante. Este año será clave para ello, porque el hecho de que 2019 sea electoral, probablemente jugará en contra de las sanas políticas públicas, como ha quedado demostrado en el pasado reciente. De no conseguirlo, la actual administración arriesga con defraudar las expectativas con que llegó al poder.

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