Forma y fondo

27 DE NOVIEMBRE DE 2019/VALPARAISO Constitución durante el análisis de las medidas y propuestas en torno a la crisis social y política del paísFOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO


La votación en el Senado del proyecto de ley que establece un postnatal extendido de emergencia vino a coronar una discusión que se viene dando desde hace tiempo sobre el respeto a las reglas constitucionales, especialmente las relativas a las restricciones que tienen los parlamentarios para promover iniciativas en determinadas materias. Algunos senadores defendieron su votación a favor de la admisibilidad contraponiendo el deber jurídico de respetar las reglas que delimitan su competencia, con lo que ellos consideran una justificada necesidad social atendida en el proyecto. Lo primero, el deber jurídico, sería un problema de forma; lo segundo, la medida propuesta, la cuestión de fondo.

Así, establecen tácitamente una cierta jerarquía que validaría desatender una obligación meramente “formal”, para hacerse cargo de un asunto de fondo. ¿Es verdad esto, las reglas de competencia que establece el Estado de Derecho son cuestiones formales y, por ende, accesorias? Desde luego que no, esas reglas configuran los límites en el ejercicio del poder, delimitan la frontera entre el poder absoluto, dependiente del mero arbitrio del gobernante, y el poder limitado, sujeto a responsabilidad, que es propio del Estado Constitucional moderno.

Este es el fondo sobre el que se construye la democracia representativa, el que no cree en esto sencillamente no es demócrata, por una razón muy simple: no cree en el gobierno de la ley y, por lo tanto, en última instancia está convencido -o se comporta como si lo estuviera, aunque no se percate de ello- que la soberanía reside en él y no en la Nación. Enfrentados a este razonamiento, difícil de contradecir, dan un paso más y niegan lo evidente: que están incurriendo en una conducta prohibida. Distorsionan el tenor literal de la norma con interpretaciones que repugnan a la lógica más elemental, con lo que el abuso de poder se vuelve aún más agraviante para el ciudadano común.

El gobierno de la ley, para quienes creemos en la libertad individual, es un principio intransable, precisamente porque el arbitrio del poder estatal es la mayor amenaza a dicha libertad; el colectivismo, en cualquiera de sus expresiones, conduce también a imposiciones injustas sobre las personas, por eso discrepo radicalmente del socialismo en todas sus vías. Por esto, me resulta tan alentador que cuatro senadores del mundo de la izquierda -Goic, Pizarro, Letelier y Quintana- prefieran respetar la regla contenida en una Constitución que rechazan, antes que vulnerarla para votar a favor de una idea que comparten.

Aunque parece un contrasentido, este es el cimiento sobre el que se construye el Estado moderno y la democracia. Hay que estar muy perdido para creer que es solo una cuestión de forma.

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