Fricción en la cordillera

Corte de Agua
AgenciaUno


El corte de agua a más de 40 mil clientes del sector oriente debido a la contaminación del río Molina, pone nuevamente en tensión a los actores que conviven en el frágil territorio precordillerano de Santiago. Inicialmente se acusó a la división Andina de Codelco, luego al Centro de Ski Valle Nevado, y después a vecinos del sector. Lo único cierto es que ya un evento similar el 2017 derivó en 14 mil litros de parafina derramados en La Parva con daños invaluables a ecosistemas cada vez más estresados, por lo que las pesquisas lideradas por el Fiscal Ernesto Navarro junto a la Brigada de Delitos Medioambientales de la PDI serán clave para resolver la causa.

Este nuevo conflicto ambiental evidencia que es hora de hacernos cargo de las actuales dinámicas de desarrollo de nuestra cordillera metropolitana, y más urgente aún, de la transformación sin precedentes que vivirá en la próxima década.

Una vez inaugurada la concesión de la ruta G21 a Farellones, se abrirá la experiencia de la montaña a miles de familias de clase media a quienes el exclusivo mundo de la nieve era inalcanzable. Pero el principal desafío no vendrá solo del turismo o la masificación de la montaña, sino del sueldo de Chile. El potencial de crecimiento que tienen los yacimientos de Codelco Andina y Los Bronces de Anglo American, ubicados en la cordillera de la Región Metropolitana y V Región es enorme. Ambos cuentan con las mayores reservas de cobre de alta ley en el país y podrían convertirse en el mayor distrito de cobre del mundo. Los proyectos que desarrollan Codelco y Anglo alcanzarán en los próximos años una producción de un millón de toneladas de cobre, más que triplicando la de Los Bronces el 2017. En otras palabras, la producción de cobre chileno de los próximos cincuenta años, con sus externalidades positivas y negativas tendrá lugar en el jardín de la capital.

En este contexto, los Municipios de Lo Barnechea y Colina, junto a Anglo American, la Fundación +1000, la World Conservation Society y diversas organizaciones sociales vinculadas a la montaña vienen trabajando una serie de estrategias de conservación para proteger, monitorear e implementar un plan de manejo a tal escala que comprendería más de un 60% de las áreas protegidas de la Región Metropolitana.

El desafío plantea un dilema complejo, mientras nuestro país dependa de una economía extractiva y estos frágiles territorios no estén escondidos lejos de los centros de decisión, sino vecinos al principal centro de comercio, cultura y servicios del país. Si un pequeño derrame dejó sin agua a 40 mil hogares, debemos trabajar con celo para que estas fricciones deriven en nuevos contratos sociales que velen por la sustentabilidad de los procesos productivos, la protección medioambiental, y la creación de valor compartido para las comunidades y los más de siete millones que vivimos al pie de la montaña.

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