Por Pablo Terrazas, vicepresidente ejecutivo de Corfo
Si hay una consigna que escuchamos frecuentemente es la que afirma que en los meses venideros será imperante llevar a cabo políticas públicas de fomento hacia las empresas para lograr una reactivación económica rápida y eficaz, y así poder superar la crisis actual.
Desde Corfo creemos que para lograrlo debemos seguir apoyando a las pymes, y también potenciar medidas para el surgimiento y el escalamiento de nuestras startups. ¿Por qué? Las startups son empresas que, con un uso intensivo de tecnología e innovación, resuelven problemáticas locales y globales y, por lo tanto, tienen un modelo de negocio escalable y un alto potencial de crecimiento. Pero, por sobre todo lo anterior, hay una razón mucho más simple, pero a la vez mucho más poderosa, que hace fundamental impulsarlas: son capaces de generar nuevo empleo de forma muy rápida.
Estudios estadounidenses indican que las empresas tecnológicas de estas características son cerca del 4% en ese país, pero son responsables de casi el 70% de la creación de nuevos empleos. En Chile, una reciente investigación publicada por la Universidad de Chile con datos del SII, resalta que las empresas de rápido crecimiento son agentes extremadamente eficientes de creación de puestos de trabajo y ventas. Si bien en el mundo desarrollado la mayor parte de estas empresas surgen en sectores de alta tecnología, en Chile el origen es mucho más variado. Otros estudios indican, además, que existe una correlación positiva entre el número de empresas grandes registradas por millón de habitantes y el PIB. El desafío entonces es cómo en Chile escalamos más startups.
La crisis sanitaria y económica actual plantea nuevos desafíos, y mientras el desempleo sube y la competitividad se hace más compleja, debemos plantearnos dónde poner el foco del fomento productivo, En Corfo estamos convencidos que una alternativa es potenciar estas empresas innovadoras con potencial de crecimiento acelerado.
Start-Up Chile, creado en el primer gobierno del Presidente Piñera, este año cumple una década. A su haber, 1.960 emprendimientos apoyados, 15 mil nuevos puestos de trabajo, y ventas acumuladas por US$ 1,2 mil millones. Más aún, ha logrado levantar un capital público y privado que equivale a 17,3 veces lo invertido por Corfo. Es decir, el retorno para el país es mucho mayor a lo invertido por el Estado. El talento en Chile está: Cornershop, adquirido por Uber Technologies Inc., o The Not Company, que surge al alero del programa de Corfo Start-Up Chile, son claros ejemplos de esto. Ambas compañías han suscitado gran interés a nivel internacional, e incluso ya levantado potentes inversiones desde el extranjero, lo que las perfila para convertirse en eventuales unicornios. Y ejemplos como estos hay muchos más, sólo hace falta observar con más atención.
En todo esto, las grandes empresas también tienen un rol esencial. Según un estudio que realizamos en Corfo junto a Wayra y IESE Business School, si bien Chile destaca como el cuarto país con más iniciativas de corporate venturing en América Latina -lo que incluye todo tipo de relación entre grandes empresas y startups-, tenemos uno de los peores niveles del continente en términos de inversión corporativa. Es decir, solo el 4% de las grandes empresas invierten en startups, muy lejos de Estados Unidos, donde el 75% de las empresas del listado Fortune 100 lo hacen, permitiendo potenciar con fuerza este segmento, y por ende, generar más empleo. Hay un círculo virtuoso en el vínculo empresa-startup, porque permite que las empresas innoven y mantengan su competitividad, a la vez que las startups escalan, con el consecuente beneficio para la sociedad completa.
Hay razones para estar optimistas. La pandemia ha generado efectos sorprendentes. Por un lado, la inversión de venture capital en Chile se triplicó respecto del año pasado, y por el otro, grandes empresarios han manifestado su interés por involucrarse en este segmento que, si bien es poco conocido hasta ahora, puede ofrecer grandes inversiones y ganancias.
Desde Corfo vemos una oportunidad sin precedentes para impulsar con fuerza la colaboración público-privada para invertir recursos en potenciar las startups que, como ya se ha demostrado en países desarrollados, tienen la posibilidad de mover la aguja, crear una economía más competitiva, generar más oportunidades para todos, y sobre todo, por la emergencia de hoy, ser un motor activo en la generación de empleo, tan necesario en el corto y mediano plazo.
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