Gran oportunidad para la derecha
En una semana más, las elecciones presidenciales y parlamentarias nos confirmarán si eran correctas las predicciones de prácticamente todas las encuestas electorales que pronostican un claro triunfo de la derecha. Ese triunfo sería consistente con un viraje en las preferencias de la ciudadanía, reflejadas en las encuestas CEP y Bicentenario dadas a conocer en los últimos meses. En ambos estudios hay una manifiesta preferencia por los partidos de derecha para las elecciones que se avecinaban.
Es evidente que una parte de este cambio se explica por un manifiesto deterioro de las condiciones de vida de los chilenos, especialmente en materia de criminalidad y oportunidades de empleo. Los ciudadanos vuelven a aspirar a la satisfacción de necesidades básicas que el Estado o la sociedad no están cubriendo. Este deterioro ha sido particularmente grave durante el gobierno de Gabriel Boric.
Por otra parte, las ideas fundamentales de la derecha privilegian tradicionalmente la mantención del orden público, entregándole al Estado y las policías el monopolio de la fuerza legítima; la libertad económica y el crecimiento como impulsores de oportunidades para una mejor calidad de vida; y la autonomía de la voluntad y libre asociación como vehículos para que personas y familias construyan proyectos de vida acordes a sus preferencias y creencias sin tutela del Estado y con su ayuda cuando esta se hace necesaria.
Así, una sociedad basada en la libertad y el mérito es, en buena medida, a la que la mayoría de los chilenos aspira hoy día.
No hay, entre los partidos de derecha y centroderecha, diferencias significativas con relación a estos temas. Esto es importante, pues uno pensaría que las dirigencias partidarias debieran ser fieles a las aspiraciones de sus votantes a la hora de diseñar estrategias para gobernar.
Es cierto que entre los distintos partidos de derecha existen algunas discrepancias en cuanto a su política de alianzas y la amplitud que estas debieran lograr para darle gobernabilidad al país. Sin embargo, siendo esta una cuestión instrumental, los partidos debieran tener una mayor flexibilidad en sus posiciones y lograr así cooperar, trabajando juntos para darle gobernabilidad al país en los próximos cuatro años. Los elementos para hacerlo están y un fracaso en esta tarea levanta sospechas acerca de qué están privilegiando los partidos: las aspiraciones de sus electores, o los intereses, compromisos y conveniencias de dirigencias partidarias. Los nerviosismos y ansiedades propios de una campaña debieran morir esta semana para dar paso a la grandeza de los liderazgos que los chilenos piden hoy día.
La posibilidad de un Poder Ejecutivo con predominio de una fuerza de derecha y un Poder Legislativo con mayoría de la otra debiera ayudar a una salida virtuosa.
Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo
Lo último
Lo más leído
1.
2.
4.
6.