Opinión

Hay políticas y políticas de demanda

16 Mayo 2025 Gente, trabajadores, pensiones, empleo, caminando, mujeres, hombres. Foto: Andres Perez Andres Perez

Las políticas de demanda pueden jugar un rol en la estabilización del ciclo. Lo hizo el ministro Velasco durante la crisis internacional en 2008-09. Si en el primer trimestre de 2009 los ingresos fiscales totales cayeron un 33%, el gasto creció un 22%. Esa política contracíclica logró estabilizar la economía. A pesar de una caída de 18% en los términos de intercambio, el PIB cayó solo un 1,1% en 2009 y duró tres trimestres. La inflación se aceleró a casi un 10% a finales de 2008, pero se corrigió y un año después era negativa. Las tasas hipotecarias subieron durante cinco meses y se ajustaron rápido. El mercado entendió que la política de demanda era necesaria para proteger a la economía de un shock negativo del cual Chile había aprendido de las crisis de 1982-83 y 1998-99.

Esta política neokeynesiana es exitosa si resuelve un problema interno de acción colectiva. Si ante un shock, como el anterior o la pandemia, la reacción de empresarios y consumidores es reducir su gasto, la situación se agrava por la reacción defensiva de estos agentes económicos. Una política fiscal contracíclica sostiene la demanda y minimiza el shock inicial.

Estas políticas son exitosas si su uso es excepcional. El resto del tiempo, lo relevante es que la política fiscal provea financiamiento sustentable para políticas públicas bien diseñadas. En Chile desde hace más de dos décadas hemos desarrollado toda una estrategia para esto.

Primero, hay un proceso de evaluación social de proyectos (que debiera mejorar tanto en calidad como en oportunidad) para decidir cuáles son buenos y cuáles no.

Segundo, tenemos una regla fiscal cuya idea central es un activo país: a gastos estructurales, ingresos estructurales. Esta admite mejoras dados los errores sistemáticos de estimación que ha habido. Para financiar proyectos prioritarios, es necesario pensar de dónde saldrán los recursos que lo financiarán permanentemente.

Finalmente, algunos proyectos pueden ser concesionados, lo que permite pagos diferidos de usuarios, endeudamiento de empresas y focalización de subsidios. En general, la experiencia ha sido exitosa. Por supuesto, hay críticas que en buena parte son producto de que Chile fue pionero en el desarrollo de concesiones y ha habido errores. El próximo gobierno deberá decidir la suerte de varias concesiones.

Ahora se nos plantea un nuevo tipo de políticas Kaleckianas. Estas apuestan a que cambios en su composición estabilicen la demanda interna. Una idea es redistribuir ingresos usando impuestos y transferencias, desde personas con baja propensión a consumir a otros con alta propensión. Pero como los primeros ahorran, el impuesto reduce el ahorro, reasigna el capital hacia el extranjero y deprime la inversión. No solo eso. En el corto plazo tanto el consumo total como el PIB pueden aumentar, pero sin inversión este tipo de política termina siendo inflacionaria y finalmente recesiva. Es una receta demasiado vieja y repetida para no tomar nota desde ya.

Por Guillermo Larraín, FEN, Universidad de Chile

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