Ilusiones perdidas

Gabinete Boric
Foto: Mario Tellez / La Tercera.


Una de las más notables novelas de Balzac, imprescindible para quien tenga alguna relación con la política, es la que cuenta las peripecias del joven y ambicioso Lucien de Rubempré, un provinciano con sueños de gloria que se enfrenta a las redes de intrigas y juegos de poder que él no conoce, ni menos comprende. Para decirlo en términos actuales, cada uno tiene su propia agenda, la verdad declarada por cada personaje generalmente no coincide con lo que piensan realmente y, lo más importante, con lo que persiguen a toda costa.

Leer la colección de novelas que componen La comedia humana es hacer un verdadero curso de escepticismo sobre el poder, cuya lección principal es que el exceso de entusiasmo suele conducir a la desilusión cuando es genuino o enmascara otros intereses cuando es mera impostura.

Por todo esto es que mi reacción ante el equipo ministerial del Presidente Boric es precisamente esa, de metódico y racional escepticismo, que no se funda en ningún juicio sobre las personas designadas, sino sobre los objetivos que este gobierno ha declarado, los medios que pretende emplear para alcanzarlos y, lo más importante, el completo divorcio entre los principales problemas del país y el diagnóstico que esta coalición entrante tiene de ellos.

Todo lo que ha declarado y hecho el Presidente electo, así como casi todos los ministros que conformarán el comité político, apunta a que su primera prioridad en materia de seguridad es reformar Carabineros; en La Araucanía, dialogar con terroristas a los que conciben como luchadores contra injusticias históricas; en economía, aumentar la carga tributaria que pesa sobre la producción de bienes y servicios, para redistribuir, porque entienden la política tributaria esencialmente como un instrumento de justicia, subordinando por completo los efectos económicos que produce y que suelen negar.

Observo una colorida algarabía por la designación de Mario Marcel en Hacienda, por la incorporación del Partido Socialista en carteras y con personas relevantes, así como por lo que se entiende una reducción de la influencia del PC. El mensaje implícito es que podemos esperar una especie de Concertación tres punto cero o, como le escuché a alguien, “una Concertación un poco más cara”, aludiendo a la mayor carga tributaria que se viene.

Los mismos que, como diputados, descalificaron y rechazaron las posiciones de Marcel ahora sí lo van a escuchar en el gobierno, aunque ello signifique renunciar a sus promesas y la viabilidad de su programa. Es que “otra cosa es con guitarra”, así es que van a tener que apoyar a la fuerza pública no más. Entre los ministros designados hay muy buenos técnicos, así es que la racionalidad está asegurada y el PC quedó en un lugar secundario, se impuso el PS.

Ilusiones que, me temo, como las del joven de Rubempré, antes o después, se perderán cuando choquen con la inevitable realidad del puño en alto.

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