Iom Ha´Shoa

POLONIA DÕA HOLOCAUSTO


Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho de la Universidad de Chile

Hoy se conmemora el día de recordación del Holocausto, Iom Ha´Shoa. Han transcurrido 75 años desde el término de la Segunda Guerra Mundial. A medida que las tropas aliadas liberaban un campo de extermino tras otro se reveló la magnitud del asesinato en masa cometido en forma planificada, racional y calculada. Se trata de una fecha que en medio de la actual crisis sanitaria podría pasar inadvertida pese a que se recuerda el genocidio de seis millones de judíos a manos de la maquinaria nazi. Auschwitz, Bergen-Belsen, Buchenwald, Mauthausen, Sobibor, Treblinka son parte de un diccionario de la muerte que nos recuerda la profunda barbarie en la que cayó el ser humano. De allí la importancia de recordar.

El fallecido escritor israelí Yehuda Amichai en el poema “Los Judíos” escribe “Los Judíos no son un pueblo histórico/Y ni siquiera un pueblo arqueológico/los Judíos son un pueblo geológico/con fracturas y derrumbes y estratos ardientes de lava/Sus crónicas han de ser medidas con diferente escala”. 

Esta singular metáfora de “un pueblo geológico”, expresa sin lugar a dudas una profunda verdad: la historia del pueblo judío es un relato de fracturas y de calamidades. “Es el paisaje de un desastre geológico” y en dicho desastre, la Shoa u Holocausto tiene especial singularidad y relevancia, al extremo que requiere de permanente recuerdo y estudio.

Sin embargo, el Holocausto no solo es un episodio de la historia judía, sino que debe estudiarse en el contexto más amplio de nuestra historia humana. En efecto, “el Holocausto se gestó y puso en práctica en nuestra sociedad moderna y racional, en una fase avanzada de nuestra civilización y en un momento culminante de nuestra cultura y, por esta razón, es un problema de esa sociedad, de esa civilización y de esa cultura”(Baumann). Por lo mismo, la memoria histórica debe incidir en la conciencia y acción de las instituciones y de los integrantes de nuestra sociedad. En consonancia con ello recordar es un imperativo que nos concierne a todos. 

La transmisión o política de la memoria, de la herencia, como una cadena que une generación tras generación, representa al decir del filósofo Jacques Derrida, el horizonte de un deber de justicia y de una responsabilidad sin fondo tanto ante los fantasmas de aquellos que todavía no han nacido como de quienes ya han muerto. Se trata de un deber de los sobrevivientes, entendiendo por tales a quienes continuamos viviendo y no solo a quienes escaparon de la muerte a manos del nazismo. Por ello, ni aún en momentos tan excepcionales y extraordinarios como el actual, podemos silenciar y olvidar esta fecha. La tragedia del Holocausto nos impulsa a no tolerar la indiferencia ética y la deshumanización que captura el lenguaje y el debate en nuestra sociedad. En palabras del historiador Ian Kershaw “la carretera a Auschwitz la construyó el odio pero la pavimentó la indiferencia”.

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