
La calidad de las leyes

Por Danielle Zaror, Dra. en Derecho, CEDI - U. de Chile
La nueva Constitución tendrá que revisar el proceso de formación de las leyes; proceso que casi no ha tenido cambios en los doscientos años de historia institucional chilena y que debe responder a los desafíos de la sociedad contemporánea.
Que el nuevo Congreso sea uni o bicameral es un determinante que afectará este proceso; un Parlamento unicameral puede “tramitar leyes más rápido”, pero no asegura posibilidades de revisión; uno bicameral no sirve si las atribuciones son idénticas.
La oportunidad y calidad del debate repercuten en lo que resulte aprobado, pero eso es solo la primera parte, porque, como dice Jeremy Waldron, las leyes se encuentran en un permanente proceso de justificación cuando ellas son conocidas por la ciudadanía, respetadas por sus destinatarios y aplicadas por sus tribunales.
Pero como en Chile no se hacen evaluaciones (ni ex ante ni ex post), resulta frecuente que nos encontremos con leyes defectuosas -o como decía Lon Fuller, leyes incomprensibles, contradictorias, inefectivas- o incongruentes entre cómo se aprobaron y cómo se aplicaron.
Por estas razones es que resulta indispensable mantener una deliberación estable acerca de la evaluación y de la calidad de las leyes.
En este sentido, la oficina de evaluación que existe en la Cámara de Diputados es un buen inicio, pero no suficiente; es necesario que se plasmen evaluaciones ex ante y ex post, con metodologías previamente definidas para realizar análisis cualitativos y cuantitativos de los efectos que una ley ha producido. Esto es lo que se conoce como el control retrospectivo del legislador.
Para el logro de lo anterior, toda institución obligada por una norma debería ser parte del proceso de seguimiento de su eficacia, que considere una unidad ad hoc en el Ejecutivo que se conforme como fuerza de tarea, con una comisión especial del Congreso encargada sólo de correcciones legislativas, de manera que los ajustes normativos no compitan con otras urgencias legislativas.
Una función de estas características, que le otorgue al Congreso iniciativa para corregir, podría ser un buen incentivo para acercarnos a ese ideal de la calidad de la legislación.
Finalmente, es importante reconocer que la construcción de un nuevo pacto social necesita contar con leyes de calidad. Tal como diferentes presidentes de la Corte Suprema lo han señalado en sus discursos de inicio del año judicial, la existencia de cuadros normativos inaplicables por defectuosos (Roberto Dávila), que tienen consecuencias que los tornan en inefectivos porque no se produce el resultado social esperado (Mario Garrido), que difieren entre sí en toda clase de aspectos y no cuentan con una uniformidad mínima (Urbano Marín), o leyes incompletas que acarrean nuevos problemas que antes no existían (Sergio Muñoz), son todas dimensiones que la nueva Constitución tiene la oportunidad de dejar atrás.
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