La cuarentena de la incertidumbre

O Las FF.AA. han incrementado los controles de cuarentena en el centro de Temuco. Foto: Marcos Maldonado/AgenciaUno

Tamara Agnic, experta en compliance, prevención de delitos y anticorrupción.



La crisis por el coronavirus va a pasar. Eso es casi seguro. Pero ¿de verdad alguien cree que después de que acabe la cuarentena y se retome la actividad económica todo va a volver a ser tal como era antes de la pandemia? Muchas cosas van a tener que cambiar y eso también es casi seguro.

El estallido social iniciado en octubre pasado puso una seria alerta sobre cómo ciertos comportamientos corporativos, públicos y privados, terminaron por alimentar un descontento ciudadano del cual aún no salimos del todo. Muchas fueron las empresas que de motu proprio decidieron establecer “correcciones” a la forma en que habían estado relacionándose con sus partes interesadas: rebaja de la jornada laboral, aumento y nivelación de sueldos, entre otras medidas. La corrupción, la falta de la ética en los negocios, la inercia y tolerancia hacia los delitos de cuello y corbata, generaron un daño reputacional severo para el modelo económico tal y como lo conocemos.

Y la pandemia no mejoró las cosas. Pareciera de no creer, pero en plena crisis se registraron alzas injustificadas en los precios de algunos bienes y servicios lo cual, de haber escalado, pudiera haber significado un grave riesgo reputacional para la economía chilena, considerando que otras legislaciones tienen regulaciones bastante más severas respecto de este tipo de conductas.

La irrupción del coronavirus dejó en evidencia falencias estructurales de nuestra economía, del sistema público de respuesta a catástrofes y de nuestro modelo de desarrollo. Todo nuestro know-how sobre el trabajo, la jornada laboral, la fiabilidad de los sistemas de control de gestión y sobre la productividad, de pronto se nos mostró obsoleto y sobrepasado por las circunstancias.

Por lo mismo y a pesar de la cuarentena, es momento de salir a actuar.

La incertidumbre es lo peor que puede ocurrirle a la economía. Pero no es un fantasma inasible, no es un espectro que recorre los pasillos de las empresas. La incertidumbre no debe ser asumida como una “criptonita” que nos inmoviliza, paraliza y aterra. La incertidumbre se gestiona.

Todo riesgo, desde los asociados a emergencias sanitarias hasta los derivados de la indignación por conductas atentatorias contra la integridad de los negocios, puede ser anticipado, mitigado o al menos se pueden establecer sistemas que permitan enfrentar sus efectos, intentar prevenirlos y con ello impedir que la sorpresa se traduzca en enormes pérdidas para la economía.

Lo que sí se necesita es la decisión para asumir estos desafíos y no quedarse esperando a que “alguien” resuelva afuera, aquello que puede hacerse en casa. Hay que gestionar y el momento es ahora.P

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