La esperanza de una vida libre de violencia de género

Mujeres


Por Susana Riquelme, analista de estudios de la Universidad del Bío-Bío; Red de Politólogas

El 25 de noviembre se conmemoró, como cada año, el día internacional contra la violencia hacia las mujeres, conmemoración que hacemos desde el dolor. Porque la violencia hacia las mujeres es opresión, discriminación, miedo, exclusión, explotación, indiferencia, silencio, precarización, desigualdad. Estos dolores no corresponden a situaciones aisladas, ni a fenómenos atemporales o atípicos: la violencia contra las mujeres es histórica, es sistémica, es daño y crueldad.

Hemos convivido en sociedades donde las mujeres hemos estado excluidas de lo público, del desarrollo del conocimiento, de las teorías, las verdades y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Ello, porque históricamente se ha posicionado a las mujeres en un nivel de subordinación, lo que ha sido la base de una convivencia estereotipada, donde nuestras vidas y cuerpos, así como nuestros estudios, trabajos, liderazgos y diferentes roles tienen un estatus menor, justificado por nuestra inferioridad biológica. Comprender esto es clave para señalar que esta situación es ética y políticamente opresiva, es deterioro de la democracia y de nuestra vida en comunidad.

Es por ello que se observa con esperanza la primera iniciativa constituyente feminista presentada en la Región del Biobío, que alude a que la nueva Constitución señale explícitamente el derecho a una vida libre de violencia, cuestión que debe ser reconocida por el Estado y que estará en favor de mujeres, niñas y disidencias sexo-genéricas en los ámbitos públicos y privados. Esta norma da esperanza para encaminarnos a un futuro sin miedo, donde todas podamos vivir en una sociedad que prevenga y sancione cualquier tipo de violencia y discriminación de género. Se observa esperanza al considerar las situaciones de vulnerabilidad que se listan en esta propuesta, las que aluden a las diferentes opresiones, permitiendo vislumbrar un esquema interseccional e intersectorial en la forma de actuar del Estado y sus instituciones.

Este acto es un avance clave, un hito simbólico. El feminismo resguarda los derechos alcanzados, no retrocede. El feminismo nos lleva en el camino de la esperanza de una vida libre de violencia de género. El feminismo es democracia, es justicia social, es bien común.

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