SEÑOR DIRECTOR:

El humor del electorado es como las mareas: sube y baja en corto tiempo y en forma imprevista. Así parece ocurrir con la elección de consejeros constitucionales.

Mientras las tratativas entre los partidos se dilataban y se enredaban los acuerdos sobre las listas, la ciudadanía parece indiferente, en modo vacaciones o preocupada por los incendios. Donde es patente la apatía, o tal vez el recelo, es entre los pueblos indígenas, que presentaron solo tres candidatos.

Tal vez en marzo, cuando empiece la campaña y la Comisión Experta comience su trabajo, la situación cambie, dejando atrás un cierto cansancio frente al tema constitucional.

Y luego nos tocará elegir una suerte de cámara revisora, que deberá pronunciarse sobre una propuesta preparada por “expertos” nombrados por los parlamentarios, si es que logran acordar un texto con el apoyo de 3/5 de sus miembros.

El cuadro de opciones que tendrá el electorado es más variado. La derecha se presenta dividida; otro tanto ocurre en la vereda de enfrente. A ese cuadrilátero hay que sumar el Partido de la Gente y dos candidatos independientes del futuro partido evangélico en formación; mientras que Amarillos y Demócratas apoyarán a candidatos en forma individual.

El sistema de partidos está en plena reconfiguración, intentando responder a un electorado cada vez más fluctuante y con menos adhesión a las corrientes ideológicas tradicionales. Todos parecen buscar aquello que vagamente llaman “el centro”, como si siguiera inmutable el eje clásico de izquierda y derecha y no se hubiera abierto un abanico de posibilidades.

¿Se consolidarán las actuales alianzas electorales o serán flor de un día?

José Antonio Viera-Gallo