Opinión

La larga marcha del PC

Santiago, 21 de junio 2025. La candidata a la Primaria Presidencial, Jeannette Jara, lidera el, Encuentro de Mujeres por Jeannette Jara, junto a mujeres independientes y de diversas organizaciones de la sociedad civil. Jonnathan Oyarzun/Aton Chile JONNATHAN OYARZUN/ATON CHILE

El Partido Comunista vuelve a ser parte de una primaria presidencial con el Frente Amplio y nuevamente la suerte le sonríe a días de la elección. Si esta vez, a diferencia de la que enfrentó a Jadue y Boric, la candidata del PC logra imponerse, los comunistas no sólo estarán lavando la afrenta de la derrota anterior, sino que la resignificarán, convirtiéndola en un pequeño retroceso táctico en su larga marcha hacia el poder.

Como larga marcha se conoce a la gesta militar que, a mediados de los años 30, consolidó el liderazgo de Mao Zedong en el Partido Comunista Chino. Se trata de un episodio que ha alcanzado tintes épicos en la narrativa sobre la construcción de la nueva China y la figura de Mao, pero es también una pieza de estudio en lo que toca a las estrategias militares de guerrilla y en cuanto a retrocesos y reagrupamientos tácticos en torno a un objetivo estratégico mayor.

El recorrido del Partido Comunista de Chile para hacerse de un lugar en la institucionalidad política chilena ha sido también una larga marcha. Y al igual que la histórica de China, está llena de retrocesos y reagrupamientos, aunque, mirada en perspectiva, ha sido una marcha ascendente y exitosa. Desde los primeros cambios en la estrategia coalicional del PC, acelerados tras la muerte de Gladys Marín, una sucesión de acuerdos de geometría variable fue permitiendo al partido crecer municipal y parlamentariamente.

El proceso ha seguido el modus comunista: un discurso sobre distancias ideológicas irreconciliables, traslapado con prácticas electorales un poco menos ortodoxas. Así las cosas, y con el noble objetivo de “poner fin a la exclusión”, el PC y la Concertación fueron transitando desde el apoyo del PC a Bachelet en segunda vuelta en 2005; la omisión municipal pactada en algunas comunas (2008); la creación de un pacto electoral con algunos partidos de la Concertación y el apoyo explícito del partido al candidato DC Eduardo Frei en segunda vuelta (2009), hasta la integración de la Nueva Mayoría en 2013 y su ingreso con ella al segundo gobierno de Bachelet.

En este devenir el PC ha ganado municipios, diputaciones, senaturías y ministerios, en una curva ascendente constante. La suerte parecía seguir de su lado cuando el estallido social de 2019 golpeó a sus puertas. Con lo que aparecía como un momento revolucionario en toda norma frente a sus ojos, el PC coqueteó con la idea de acelerar la historia y aunque la democracia burguesa pudo defenderse a última hora (sin la firma del PC), la idea del momento destituyente se instaló fuerte en la cabeza de varios en el partido.

Así llegaron a la primaria que antecedió a la actual. Con un Daniel Jadue henchido de la retórica de octubre que, al son del venceremos, terminó doblando la rodilla ante el amarillo candidato del Frente Amplio. Ahora, sin embargo, con una candidata que se ha propuesto ahuyentar todos y cada uno de los fantasmas que su antecesor levantaba, el PC está cerca de cobrarse revancha de esa derrota y no son pocos los que creen que el envión podría alcanzarle incluso para convertirse en la candidata única del oficialismo el domingo.

Y es que la del PC ha sido, sin dudas, una larga marcha y su ventaja estratégica es que nunca ha perdido el norte de hacia dónde va con ella y, en cada paso, ha logrado consolidar en algo lo avanzado. Mao estaría orgulloso.

Por Camilo Feres, director de Estudios Sociales y Políticos de Azerta

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