La soledad del corredor de fondo


Algo ocurre siempre en los últimos momentos de la carrera presidencial de Joaquín Lavín. El actual alcalde de Las Condes lee como nadie la agenda de los medios y siempre logra buena visibilidad, pero razones extrañas siempre aparecen en el último momento. Como un maratonista que logra mantener ritmo durante toda la carrera, mientras otros se desgastan, pero no logra vencer la etapa del final del estadio, y se desmaya a la boca de los aplausos y la gloria.

En esta nueva carrera se repite ese mismo desgaste de las contiendas anteriores. Lavín había sobrevivido bien al estallido social y logró calcular exactamente donde estaba la mediana de la agitación. Realizó apariciones estudiadas en matinales, que iban convirtiéndose en el nuevo foro público, donde escuchaba la voz de un pueblo indignado, pero se ponía la chaqueta amarilla para empatizar con quienes temían a la violencia.

También pospandemia, mientras crecía como espuma el alcalde Jadue, logró una salida de libreto al declararse socialdemócrata, dejando boquiabiertos a todos por su audacia. Para validar su jugada siguió en matinales con su sparring particular, el ex ministro Vidal; que ha sido completamente funcional al perfil de una figura dialogante, respetuosa de la opinión de los demás y que comprendía la indignación. Llegaron incluso a circular encuestas optimistas donde Lavín vencía a Daniel Jadue en segunda vuelta, bajo la lógica que los moderados se quedaban en sus casas o preferían su propuesta bonachona en vez de las aguas peligrosas donde podría llevar el alcalde de Recoleta.

La lógica del binominalismo, y en especial la creencia que los votantes se dividen en tres tercios hacía que la suma matemática pareciera favorable a Lavín. Por tanto, en sus inicios no se vio como una amenaza la irrupción de Evelyn Matthei. Pero la entrevista de la alcaldesa ayer en este medio es otra cosa. Muestra que en las propias huestes del oficialismo huelen el cansancio del corredor Lavín en los últimos metros. Por ello olfateando al caído, se asoma una buena cohorte de nombres a la caza de la medalla de oro.

¿Cuál es la explicación racional de este fenómeno que aqueja al alcalde? En primer lugar, cada vez que se ha sometido a una elección competitiva, ha perdido. Partiendo por la propia Matthei que lo desplazó en los inicios de la transición, cuando el ahora socialdemócrata jugaba con la camiseta de los pretorianos de la dictadura. En una elección senatorial famosa por el gasto excesivo de recursos, el local Chahuán, compitiendo en desventaja, lo dejó al borde de la extinción política. El propio presidente Piñera lo liquidó en la primera elección presidencial de Bachelet, tapándole el acceso a segunda vuelta y convirtiéndose en el candidato preferido de la centroderecha. Ese mismo aroma a derrota apareció, y como lobos hambrientos se levantaron varios.

También Lavín tiene un defecto de origen. Ha leído siempre el entorno de los medios y así puede ocupar las pautas siendo crítico de la detención de Pinochet y socialdemócrata años después, con una habilidad que no tiene ningún político. Su negocio es la sorpresa disruptiva, pero aparecer no es lo mismo que ser. A la hora final, cae en errores como su timidez complaciente de estos días, cuando las cosas estaban cantadas para que golpeara con todo a los adalides del Rechazo. También tanto giro mediático, termina cansando a los electores, que finalmente no logran entender cuál es la esencia del verdadero Lavín.

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